OP-ED: Paz en Colombia: una luz en tiempos de oscuridad
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El mundo pasa por momentos tan oscuros que las buenas noticias parecen casi inexistentes. Pero existen, tal y como lo demuestra felizmente el acuerdo de paz en Colombia.
En La Habana, la visión del Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, estrechando la mano a Timoleón Jiménez, conocido como “Timochenko,” el comandante de la guerrilla de las FARC el jueves, después de 52 años de sangriento conflicto, resultaba tan improbable como conmovedora, tan surrealista como trascendental para todo el continente.
“La paz será la victoria de toda Colombia; pero también la de toda Nuestra América,” afirmó el Presidente cubano Raúl Castro, auspiciador de las negociaciones. “El fin del conflicto armado en Colombia será una nueva demostración del firme compromiso de nuestros pueblos contra el uso y la amenaza del uso de la fuerza y a favor de la solución pacífica de controversias. Ante las diferencias, diálogo. Ante los retos, concertación”.
“El logro de la paz en Colombia”, añadió Castro, “será también esperanza para millones de personas en el planeta, cuya principal preocupación sigue siendo la supervivencia en un mundo convulsionado por la violencia y las guerras”.
Santos, emocionado, estuvo de acuerdo.
“Esta es la paz de los colombianos, de todos sin excepción, la paz que soñamos y esperamos por tantos años”, afirmó en el Centro de Convenciones El Laguito en la capital cubana. Luchando por contener las lágrima, Timochenko, quien agradeció la ayuda del ex presidente de Venezuela Hugo Chávez, respondió con su propio mensaje de esperanza: “¡Que este sea el último día de la guerra!”.
El tratado final se firmará el 20 de julio en Colombia. Su firma será la culminación de cerca de cuatro años de difíciles negociaciones en La Habana, durante la cuales superar la profunda desconfianza mutua de las dos partes en varias ocasiones pareció ser un sueño imposible.
Pero el sueño se hizo realidad en un pacto que pone fin a la guerra más antigua del hemisferio occidental, más de medio siglo de violencia que privó de la vida a más de 220,000 colombianos.
En Bogotá, la gente celebraba en las calles abrazándose y cantando jubilosos el himno nacional.
“Los únicos sueños que se logran son aquellos que se intentan, eso es lo que sentimos hoy”, manifestó Timochenko, que añadió que las FARC no abandonan su lucha por la justicia social.
“Claro que las FARC haremos política, si esa es nuestra razón de ser, pero por los medios legales y pacíficos, con los mismos derechos y garantías de los demás partidos”, dijo. “En el pasado fuimos adversarios pero ahora nos convertiremos en aliados por el bien de Colombia”. Santos, quien fuera un agresivo ministro de defensa bajo el siniestro ex Presidente Álvaro Uribe, el mayor enemigo de la paz en Colombia, también afirmó que en el futuro las batallas se librarán únicamente en la arena política.
“Ahora que pactamos la paz”, dijo Santos, “defenderé, con igual determinación, su derecho a expresarse y a que sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo, esa es la esencia de la democracia”.
El camino a recorrer va a ser largo y difícil, pero los colombianos, exhaustos por 50 años de violencia y muerte han escogido la paz. Una paz que solo será real con una democracia verdadera y mayor justicia social.
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