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El presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump (c), junto con el secretario de Defensa James Mattis (d) y el personal de la Marina, monta en un ascensor para subir a la cubierta del portaaviones Gerald R. Ford después de hablar con los marineros  en Newport News, Virginia. Trump habló hoy sobre la preparación militar y su propuesta para aumentar el presupuesto del Pentágono en $ 54 mil millones de dólares.
El presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump (c), junto con el secretario de Defensa James Mattis (d) y el personal de la Marina, monta en un ascensor para subir a la cubierta del portaaviones Gerald R. Ford después de hablar con los marineros …

[OP-ED]: No sean tan rígidos con el Departamento de Estado

La primera vez que conocí al Gen. David Petraeus, dijo algo que me sorprendió. Eran los primeros días de la guerra de Irak y mientras las cosas no estaban…

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La primera vez que conocí al Gen. David Petraeus, dijo algo que me sorprendió. Eran los primeros días de la guerra de Irak y mientras las cosas no estaban saliendo bien, él había dirigido a su región en el norte con habilidad y efectividad. Le pregunté si deseaba tener más tropas. Petraeus era muy experto en política como para criticar la estrategia de “huella ligera” de Donald Rumsfeld, por lo cual desvió la pregunta, contestando de una manera diferente. “Desearía que tuviésemos más funcionarios del servicio exterior, profesionales especializados en la asistencia y otros tipos de especialistas que no son militares”, dijo. El centro del problema que Estados Unidos estaba enfrentando en Irak, notó proféticamente, era una división sectaria profunda entre los chiitas y los sunitas, árabes y kurdos. “Necesitamos ayuda en estos temas. De no ser así, dependemos de sargentos de 22 años para que lo resuelvan. Ahora, son grandes chicos pero en realidad no saben acerca de la historia, el lenguaje y la política”.

Yo mismo pensé sobre ese cambio al leer informes acerca de que se espera que el presidente Trump proponga un incremento de U$S54 mil millones para el departamento de defensa, el cual sería compensado por grandes cortes en el departamento de Estado, ayuda exterior y otros organismos civiles. Trump dice que desea realizar esto para que “nadie se atreva a cuestionar nuestro poderío militar nunca más”. Sin embargo, nadie lo hace. El ejército estadounidense permanece en una liga propia. El presupuesto de defensa de Estados Unidos en el 2015 era nueve veces el tamaño del de Rusia y tres veces el de China.

Ninguna de las dificultades que Estados Unidos ha afrontado en los últimos 25 años se ha debido de ninguna manera debido a que su ejército sea muy pequeño o débil. Tal como el entonces secretario de defensa, Robert Gates, señaló en un discurso del 2007:”Una de las lecciones más importantes de las guerras en Irak y Afganistán es que el éxito militar no es suficiente para ganar”. En ese momento y en varias otras ocasiones él argumentó que “no hay necesidad para un incremento dramático en el gasto en los instrumentos civiles de seguridad nacional; diplomacia, comunicaciones estratégicas, asistencia extranjera, acción civil y reconstrucción y desarrollo económico”.

Ningún adversario astuto intentará enfrentarse al tanque militar estadounidense por el tanque o al barco por el barco. Luchará con tácticas asimétricas como levantamientos locales, terrorismo y ciberguerra. Además, combatir cualquiera de estos desafíos requerirá una mejor capacidad no militar. Consideremos la estrategia que llevó a Irán a la mesa de negociación en el 2013. Requirió un trabajo diplomático intenso lograr que Rusia y China se pusieran de acuerdo con las sanciones de las Naciones Unidas y aislar a Irán de vecinos como Turquía. Se necesitaron sanciones hábiles y duras ideadas por el departamento de tesorería que incentivaron el poder financiero de Estados Unidos. Así es como funciona el poder en el mundo moderno.

“Debemos hacer mucho más con menos”, dijo Trump recientemente y explicó que el gobierno necesita reformar sus caminos. No obstante, el objetivo obvio para este esfuerzo debería ser el Pentágono, el cual es el ejemplo modélico del desperdicio en el gobierno. Hoy en día, el Pentágono es la burocracia más grande del mundo, dirigiendo un volante para enterrar el sistema casi socialista de empleo, alojamiento, atención médica y pensiones para sus 3 millones de empleados. En un informe reciente de su propia Junta de Empresas de Defensa, se concluyó que podía ahorrar con facilidad U$S125 mil millones en cinco años al remover ineficiencias operacionales. (Altos funcionarios enterraron rápidamente el informe y no ha ido a ninguna parte). Estos ahorros de costos financiarían al departamento de Estado entero y a todos los programas de ayuda más de dos veces y media. Gates solía bromear: “Tenemos más personas en las bandas militares que funcionarios del servicio exterior.” Vale la pena tener en cuenta los números totales. Hay solamente 13,000 empleados en todo el servicio extranjero comparado con 742,000 civiles en el departamento de defensa.

Trump recriminó en su discurso al Congreso, tal como lo ha hecho en el pasado, sobre los U$S6 billones que los Estados Unidos ha gastado en el Medio Oriente. Si bien esa cifra es exagerada, está en lo cierto en que cuando el Pentágono va a la guerra, los costos pasan a la estratósfera. En solo un ejemplo, la agencia de noticias ProPublica contó las auditorías del Inspector General Especial para Afganistán y encontró que el ejército malgastó al menos U$S17 mil millones en una variedad de proyectos.

Rosa Brooks, quien sirvió como consejera civil en el Pentágono bajo el presidente Obama, ha escrito un libro fascinante “Como todo se convirtió en guerra y el ejército se convirtió en todo”, que describe cómo la política estadounidense ha sido retorcida por un ejército que continúa expandiéndose mientras todas las otras agencias se debilitan. Una de las propagandas detrás del libro dice: “Uno de los libros que más estimulan el pensamiento de los que he leído. Es como si hemos estado caminando dormidos hacia este nuevo mundo y Rosa ha prendido una linterna”. El elogio viene de James Mattis, ahora secretario de defensa. Tal vez debería darle el libro a su jefe.

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