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Según National Student Clearinghouse, que registra las inscripciones universitarias, el número de estudiantes en universidades e instituciones de estudios superiores ha caído por cinco años seguidos y este año 81.000 graduados menos de la preparatoria se han inscripto en instituciones de educación superior.
Según National Student Clearinghouse, que registra las inscripciones universitarias, el número de estudiantes en universidades e instituciones de estudios superiores ha caído por cinco años seguidos y este año 81.000 graduados menos de la preparatoria se…

[OP-ED]: La creciente aversión por la cultura de los campus universitarios no significa un rechazo a la educación superior

Una encuesta reciente sobre la perspectiva pública acerca de las instituciones nacionales provocó titulares que sugieren una historia de retraso e ignorancia…

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Lo que halló el Pew Research Center fue que por primera vez desde 2010, una mayoría de republicanos (58 por ciento) dice que las universidades e institutos de educación superior tienen un efecto negativo en cómo le va al país. Un 36 por ciento dice que tienen un efecto positivo. 

Esto no es equivalente a decir que la mayoría de los republicanos no crean en la educación universitaria.

Es una declaración de aversión respecto a la cultura de los campus universitarios y no un rechazo al conocimiento que proveen las instituciones de educación superior.

Según Pew, tan solo hace dos años, la mayoría de los republicanos y los que se inclinan por los republicanos, tenían una visión positiva sobre el papel de las universidades e institutos de educación superior. En septiembre de 2015, 54 por ciento de los republicanos dijo que tenían un impacto positivo sobre cómo le iba al país mientras que 37 por ciento calificó el impacto de negativo. Incluso en 2016, las calificaciones que los republicanos les daban a las universidades e instituciones de estudios superiores eran una mezcla: 43 por ciento positivas, 45 por ciento negativas. 

La aversión no surge de la nada. Observemos lo que ha pasado en los últimos dos años.

Comencemos con Laura Kipnis, que se describe a sí misma como una “feminista de izquierda certificada” que en 2015 escribió un ensayo para el periódico The Chronicle of Higher Education criticando la “paranoia sexual” emergente en los campus universitarios. Dos estudiantes de Northwestern University –donde Kipnis es profesora titular– se quejaron de que lo que ella escribió diciendo que era en sí una violación de la ley federal que dice: “Ninguna persona de Estados Unidos podrá ser excluida de participar, negársele los beneficios o estar sujeta a discriminación en base a sexo bajo ningún programa o actividad educativa que reciba asistencia federal financiera”.

La queja de estos estudiantes le trajo a ella estatus de paria, amenazas de muerte y una investigación de Titulo IX, que resultó en su exoneración.

También en 2015, las protestas en la Universidad de Missouri sobre cargos por el mal manejo de incidentes raciales en el campus se descontrolaron hasta llegar a protestas las 24 horas del día. En un incidente culminante, una profesora de comunicaciones lideró un movimiento para evitar que la prensa reportara la violencia emergente. Pidió un poco de “fuerza” para intimidar a un estudiante periodista para que se fuera del lugar.

Agreguémosle a eso, dos años de historias sobre las advertencias que puedan contener ideas molestas (trigger warnings) y lugares seguros; abucheos (y ataques físicos en algunos casos) de oradores conservadores en los campus y la respuesta negativa que trajo consigo como grafitis racistas y antisemitas, inclusive esvásticas y cuerdas de ahorcados.

¿Queda alguna duda de por qué los padres sin importar su orientación política podrían pensar que los campus universitarios no son un lugar seguro para sus hijos? 

Las imágenes y noticias son tan desmesuradas que incluso son satirizadas por bastiones liberales como en programas paródicos de televisión. El episodio 2 de la sexta temporada de “Veep” en HBO muestra a la presidente Selina Meyer que llega al campus de Smith College donde los estudiantes le lanzan insultos y chasquean sus dedos. Una muchacha joven grita: “¡No hables por encima de mí!”, una referencia directa a la joven de Yale que le grita a un administrador que había objetado un memo sobre disfraces apropiados de Halloween.

La realidad es que la guerra turbulenta entre estudiantes ultra sensibles que exigen un tratamiento especial para sus puntos de vista políticos de un lado del espectro ideológico y los estudiantes verdaderamente racistas, intolerantes e insensibles por el otro lado ha hecho que los campus universitarios se vuelvan inhóspitos para los que caen en el medio.

Según National Student Clearinghouse, que registra las inscripciones universitarias, el número de estudiantes en universidades e instituciones de estudios superiores ha caído por cinco años seguidos y este año 81.000 graduados menos de la preparatoria se han inscripto en instituciones de educación superior.

La mayor causa son las tasas de nacimiento bajas y una abundancia cada vez mayor de empleos, pero el tono político de los campus es de seguro un factor. Por ejemplo, en la Universidad de Missouri la inscripción para el primer año en el campus ubicado en Columbia cayó más de 35 por ciento en los dos últimos años después de las protestas.

Las personas de todos los bandos ideológicos veneran la educación superior. Es el contexto en el que se entrega esa educación lo que se ve cada vez con más escepticismo.

Deberíamos concentrarnos en ese contexto en lugar de exacerbar las divisiones partisanas al describir a quienes se preocupan sobre la libertad de discurso y de pensamiento, el orden básico y el respeto en el campus como trogloditas que no valoran el aprendizaje.

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