LIVE STREAMING
Un contra-manifestante grita a los policías antidisturbios tras los rumores de una marcha planeada por el KKK y otros grupos de supremacía blanca, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos. EFE
Un contra-manifestante grita a los policías antidisturbios tras los rumores de una marcha planeada por el KKK y otros grupos de supremacía blanca, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos. EFE

[OP-ED]: ¿Harán ahora perfiles étnicos de los blancos, como lo hacen del resto de nosotros?

Si es cierto, como algunos afirman, que por el aumento en la estridencia de los supremacistas blancos es aceptable mostrar prejuicios raciales, entonces los…

SHARE THIS CONTENT:

El otro día, mientras viajaba en el tren a Chicago, noté que estaba rodeada de varios hombres jóvenes blancos, aparentemente en camino al trabajo. Me di cuenta rápidamente que los estaba observando con atención para determinar si podían ser simpatizantes de los nacionalistas blancos. 

¿Significaba el corte de pelo al rape y el uso de pantalones kaki y una camisa blanca algo más que otro día en un cubículo en algún rascacielos del centro? ¿Los hombres blancos con tatuajes que también iban en el tren merecían el mismo escrutinio? 

La respuesta a ambas preguntas: Claro que no. 

Era solo mi sensibilidad excesiva después de un fin de semana de ver imágenes de hombres jóvenes blancos con banderas confederadas al viento y escudos con símbolos nazis en Charlottesville, Virginia. Pero mis pensamientos automáticos me hicieron temer por mi esposo e hijos. ¿A qué conclusiones llegarían otros al ver su tez blanca, sus tatuajes y, en el caso de mi esposo, una cabeza afeitada? 

De pronto, tienen el potencial de ser sometidos a perfiles étnicos de la misma manera en que yo lo soy cuando la gente ve mis rasgos oscuros y se pregunta—a veces en voz alta y en mi cara—si soy una “inmigrante ilegal”, una terrorista o ambas cosas. 

Esa carga les llega a los blancos gracias a una minoría vociferante de individuos perturbados, que se proponen revivir un pasado del que este país nunca se curó. Pero es una tensión que los blancos deben enfrentar. 

En el podcast de NPR titulado “It´s Been a Minute”, Grace Elizabeth Hale, autora del libro “Making Whiteness: The Culture of Segregation in the South, 1890-1940” y profesora de historia y estudios norteamericanos en la Universidad de Virginia, lo expresó de la siguiente manera: “No todos los blancos son iguales y hay extremos de supremacía blanca y violencia, y quiero señalarlos—no todo blanco va a arremeter con su coche contra un grupo de manifestantes. Pero al mismo tiempo, para los blancos esos privilegios y esa manera en que se supone que están en el centro de la cultura estadounidense, en que se supone que son los que importan, en que se supone que los que pueden ocupar alegremente un parque con una estatua confederada en él ... los blancos no pueden decir, ‘Bueno, ése no soy yo, yo no soy ese individuo—yo voté por [Barack] Obama.’”

Continuó: “No lo absuelve a uno. ... Otros hacen suposiciones sobre la identidad de uno y lo tratan de cierta manera, y uno no escoge de qué manera. Los blancos no pueden evitarla sugiriendo, ‘Yo no soy ése.’ Creo que ése es uno de los mayores problemas que tienen los blancos en Estados Unidos, este deseo de que no los culpen, este tipo de deseo emocional visceral de ser inocentes.” 

Es un punto increíblemente importante. 

Por ser miembro de una minoría y haber asistido a escuelas privadas de mayoría blanca, universidades públicas de mayoría blanca y haber trabajado en entornos de mayoría blanca, y por ser la única persona de color en la mesa del Día de Acción de Gracias de mi familia, sé absolutamente que los blancos, en su conjunto, son gente generosa y afectuosa y que no tienen más prejuicios o sesgos en sus corazones que cualquier imperfecto ser humano de la raza que sea. 

Pero hay tantos miembros de minorías raciales y étnicas que experimentaron hostilidad y discriminación por parte de los blancos que, como sociedad, corremos el peligro de caer en una irreparable desconfianza mutua.

Por eso se requiere un tipo de sacrificio muy especial: Rechazar la superioridad moral de ser víctima.

En el caso de los blancos que no abrigan maldad contra la gente de color, sería fácil sentirse molestos a causa de una minoría que se hace oír, que reclama una limpieza étnica y que les da mala fama ante los ojos de muchos. 

Les guste o no, los blancos están ahora en la incómoda posición de estar a la defensiva sobre sus opiniones sobre la raza. Deben estar enojados por eso. 

Pero, por favor, amigos, familiares y defensores blancos, echen la culpa de ello a los supremacistas blancos y no a la gente de color que una vez más es vulnerable, en un Estados Unidos que parece ser más hostil que nunca hacia nosotros a causa del color de nuestra tez.

TAGS
  • supremacia blanca
  • racismo