[OP-ED]: Estados Unidos se ha convertido en una nación de víctimas
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Estados Unidos se ha convertido en una nación de víctimas. La misma gente que, hace una década, se habría mofado del hecho de que otros se consideraran víctimas de normas sociales, pobreza generacional y racismo institucional, ahora se unió al partido de los lamentos cubriéndose del mismo manto de víctima. Guardar rencor ya no es exclusividad de las minorías.
Los hombres blancos conservadores entraron en escena despotricando contra la globalización, la codicia corporativa, la inmigración, lo políticamente correcto, el lobby contra las estatuas de la Confederación, la acción afirmativa y el hombre en la luna.
Los que durante años se rieron ante la idea de que la discriminación racial y étnica contra latinos y afroamericanos aun existe, ahora afirman que hay una desenfrenada “discriminación inversa” contra los blancos.
Como sucede a menudo, los políticos empeoran la situación brindando a la gente justificaciones fáciles. En la actualidad, como siempre, muchos están contentos de tener excusas para sus fracasos, reveses y fallas. Los malos son los bancos, las corporaciones, los inmigrantes, el mercado global.
Bruce Springsteen compuso himnos para las víctimas, como su evocadora balada “Youngstown”--sobre la atribulada ciudad del noreste de Ohio--que presenta una historia en la que “uno pierde todo aún cuando trabaja duro y actúa según las reglas.”
Hace un par de generaciones, los estadounidenses sobrevivieron tiempos duros arreglándoselas, teniendo fe en sí mismos y trabajando aun más arduamente. Hoy en día, esto es lo que se dice para animar a los oprimidos: “¿Perdieron su trabajo? La culpa es de una cuota racial o de un jefe codicioso o de un trabajador extranjero. Usted es una víctima.”
Es una conclusión importante de los horribles hechos de Charlottesville, Virginia.
Cientos de hombres jóvenes blancos quienes, empapados de una sensación de tener privilegios y derecho a las cosas por ser blancos, esperaban estar al mando del país en este momento, sienten en cambio que el país les está pasando por encima. Les preocupa que una sociedad que promueve la diversidad, abraza el liberalismo y lo políticamente correcto no tenga espacio para ellos. Y lo último que desean hacer es mirarse en el espejo y asumir la responsabilidad de sus vidas.
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Así es como tomaron las antorchas y marcharon, y gritaron: “No nos reemplazarán. Los judíos no nos reemplazarán.”
Este flagrante anti-semitismo hizo que otros se sintieran victimizados porque pensaban que tenían derecho a pasar por la vida sin ser ofendidos por nada. Los ofendidos prepararon contra-protestas, lo que hizo que los manifestantes originales se sintieran victimizados como si su derecho a la libre expresión fuera violado. Etcétera.
La Tierra de los Libres y la Casa de los Valientes es ahora la Tierra de los Agraviados y la Casa de los Victimizados.
Esa transformación es mucho más importante que la cuestión que capta la atención de la izquierda y de los medios (como si hubiera diferencia en este momento.) ¿Tenemos a un Supremacista Blanco en la Casa Blanca?
Muchos de mis amigos latinos y afroamericanos están convencidos de que sí lo tenemos. Pero creo que están equivocados. ¿Qué saben? Algunos de ellos dijeron lo mismo sobre todo presidente republicano desde Ronald Reagan, mientras hicieron la vista gorda a los racistas del Partido Demócrata. También, Donald Trump ha sido una figura pública durante más de 30 años--y ha donado dinero a grupos de derechos civiles, ha posado en fotos con Jesse Jackson y Al Sharpton y ha apoyado a demócratas. Personalmente, nunca escuché que nadie dijera que era racista ni supremacista blanco hasta que se hizo republicano. Es raro.
Además, la presidencia de Trump tiene fecha de vencimiento. En unos años, despertaremos de esta pesadilla nacional.
Lo que debe preocupar realmente a los estadounidenses es la cultura de ser víctimas. No fueron sólo Trump, los supremacistas blancos, los medios, la policía local, los activistas de la izquierda militante los que emergieron del fiasco de Charlottsville con la reputación manchada. El espíritu estadounidense también recibió una gran paliza.
Como estadounidense, nada de esto tiene sentido. Pensé que estábamos hechos de una fibra más fuerte.
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