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A causa del aumento de la desigualdad, muchos norteamericanos “se sienten peor ... incluso cuando su consumo material de bienes esté aumentando.” O quizás sea la decepción. La gente obtuvo menos de lo que esperaba, y el ritmo del cambio fue tan lento que pareció un estancamiento.
A causa del aumento de la desigualdad, muchos norteamericanos “se sienten peor ... incluso cuando su consumo material de bienes esté aumentando.” O quizás sea la decepción. La gente obtuvo menos de lo que esperaba, y el ritmo del cambio fue tan lento que…

[OP-ED]: ¿Está el estándar de vida estancado?

Podría ser que la creencia general de que los ingresos de la mayoría de los norteamericanos se han estancado durante años sea, bueno, falsa o por lo menos,…

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¿Cómo es eso?

Sin duda, muchos norteamericanos piensan que, excepto los ricos y ciertos segmentos de la clase media alta, los demás sólo se han mantenido económicamente a flote durante años. Como prueba contundente se ofrece que en 2015, la paga “real” (ajustada por la inflación) promedio de los trabajadores era de alrededor de 21 dólares por hora, casi exactamente lo que era en 1975. 

¡Casi medio siglo sin un aumento de salarios!

Pero, ¿seguro?

En un interesante estudio nuevo, el economista Bruce Sacerdote, de Dartmouth College, investigó el bienestar material del 50 por ciento y el 25 por ciento más pobre de los norteamericanos. Su conclusión fue que incluso esas familias lograron “un crecimiento importante en el consumo ... [a pesar de] la creciente desigualdad de ingresos ... y la porción menguante de los ingresos nacionales conferida a la mano de obra.” 

Para llegar a esta conclusión aparentemente contradictoria, Sacerdote estudió tres tipos de pruebas. La primera fue su observación personal. “Si uno trabaja con alumnos de secundaria, observa que incluso en las áreas de bajos ingresos, muchos de los estudiantes tienen teléfonos celulares y acceso a TV de cable y servicio de Internet en casa,” escribe. En la década de 1970, pocos de estos servicios existían. 

Eso sugiere una mejoría en el estándar de vida, aunque no es prueba concluyente. Las familias podrían haber cortado otras compras para poder pagar los aparatos electrónicos nuevos. Para confirmar avances más amplios, Sacerdote recurrió a un segundo tipo de prueba: otras mejoras en el bienestar. 

Para el 25 por ciento más pobre de las familias, halló que el número promedio de automóviles por familia aumentó a 1,4 en 2015, casi duplicando la cifra de 0,75 en 1970. Además, el vehículo promedio en 2014 tenía 11 años de antigüedad, lo que también dobla, aproximadamente, los 5 años de 1969. Los pobres no se ven “forzados a manejar autos viejos, pero ... los autos modernos simplemente duran mucho más y probablemente se puede depender más de ellos.” 

Las estadísticas del gobierno mostraron otros avances para los norteamericanos más pobres. Para las familias por debajo del ingreso medio—el punto medio de los ingresos—el tamaño de sus viviendas aumentó en alrededor de un 8 por ciento de 1.200 pies cuadrados en 1993 a 1.300 pies cuadrados en 2009. Los excusados exteriores, presentes en alrededor de un 12 por ciento del cuarto de familias más pobres en 1970, prácticamente desaparecieron para 2015. Hubo más baños dentro de las casas y más dormitorios. Esos aumentos pueden reconciliarse con los salarios “reales” estancados, sostiene Sacerdote, porque los salarios reales no se estancaron. Se exageró la inflación, es decir que los salarios reales—el poder adquisitivo—fue subestimado. Ésa es la tercera fuente de pruebas. Aunque la diferencia es mínima en cualquier año en particular, el efecto acumulativo es grande. Los cálculos de Sacerdote implican pagas por hora, en 2015, aproximadamente entre un 25 y un 50 por ciento más altas que en 1975. 

Si eso fuera cierto, el resultado no es un estancamiento del estándar de vida—ni siquiera descensos—sino lo que Sacerdote llama un avance “lento y constante” que, en diversos grados, penetró el espectro de los ingresos. Por supuesto, probablemente se cuestione esa conclusión, porque se apoya en técnicas controvertidas para calcular la inflación. Además, muchos líderes políticos y comentaristas económicos, de ambos partidos, tienen interés en criticar la política económica del gobierno. 

Lo que se disputa en menor medida es que muchos norteamericanos sienten que no están avanzando, ya sea si—en un sentido material—lo están haciendo como si no. Hay muchas explicaciones plausibles. Sacerdote conjetura que a causa del aumento de la desigualdad, muchos norteamericanos “se sienten peor ... incluso cuando su consumo material de bienes esté aumentando.” O quizás sea la decepción. La gente obtuvo menos de lo que esperaba, y el ritmo del cambio fue tan lento que pareció un estancamiento.

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