[OP-ED]: El TPP está vivo--quizás
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El Acuerdo Trans-Pacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) está muerto, pero ¿podría vivir después de muerto?
Quizás.
Entre las primeras medidas del presidente Trump estuvo la orden de retirarse del TPP. Eso cumplía la promesa de la campaña de Trump de torpedear ese acuerdo de alto perfil entre Estados Unidos y otros 11 países de la Cuenca del Pacífico, liderados por Japón y México. Igualmente importante, simbolizó la convicción de Trump de que los acuerdos comerciales negociados con ineptitud constituyen la esencia de los problemas económicos de Estados Unidos.
Dado es trasfondo, parece asombroso que cualquiera pueda sugerir que el TPP puede resucitar de los muertos, con un nombre nuevo y estipulaciones ligeramente alteradas. Sin embargo, ése es el mensaje de un nuevo estudio del Peterson Institute for International Economics, un centro de investigaciones que es abierto defensor del TPP.
Redactado por Jeffrey Schott, el estudio expone dos puntos generales, uno político y otro económico.
El punto político es que, a pesar del repudio de Trump, el TPP tiene aun un respaldo importante del Capitolio. Schott dice que los senadores Orrin Hatch, republicano por Utah, y Kevin Brady, republicano por Texas--presidentes respectivamente del Comité de Finanzas y del Comité de Medios y Arbitrios del Senado, los dos paneles responsables de la legislación sobre comercio--”apoyan enérgicamente” el TPP, como también lo hacen otros miembros del Congreso.
En el exterior, existe un apoyo similar, sostiene Schott. “Desde la elección norteamericana, los líderes de Japón, Singapur, Australia y Nueva Zelandia recalcaron la importancia estratégica del TPP para sus países y para el liderazgo de la región,” escribe. El principal motivo es China. “Al retirarse Estados Unidos del TPP se abre, en efecto, una puerta para que China afirme un papel de liderazgo más pronunciado,” escribe Schott.
La economía refuerza la política. Contrariamente a la oposición de Trump, dice Schott, el TPP reforzaría la demanda de las exportaciones norteamericanas. Algunas de esas ventas pasarán ahora a competidores extranjeros, porque negociarán sus propios “acuerdos comerciales libres” (FTAs, por sus siglas en inglés), bajando importantes barreras entre ellos. Las empresas norteamericanas estarán en desventaja. “Los exportadores norteamericanos de carne y de cerdo ya enfrentan una pérdida de su porción del mercado en Japón debido al FTA Japón-Australia,” dice.
Mientras tanto, dice Schott, con los mercados norteamericanos ya abiertos a la mayoría del comercio, los negociadores comerciales de Estados Unidos renunciaron a muy poco. Hasta un pequeño arancel de un 2,5 por ciento sobre autos importados será eliminado sólo en el curso de 25 años. No es de extrañar, señala Schott, que “casi todas las asociaciones norteamericanas importantes, agrícolas e industriales, apoyen el TPP.”
Aparentemente, todo estos son motivos valederos para resucitar el TPP. Pero, a pesar de eso, “no hay [aún] indicaciones de que el gobierno de Trump contemple reconsiderar el pacto,” escribe Schott. Especula que Trump cambiará de parecer. Primero, se concentrará en sus propuestas de gastos e impuestos aun no reveladas. Si el Congreso las aprueba, tendrá más libertad para negociar modestos cambios comerciales y deshacerse del título de la época de Obama “Acuerdo Trans-Pacífico de Cooperación Económica”.
Puede ser plausible--o quizás solo una expresión de deseos.
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