[OP-ED]: El sueño imposible de Marquito el Pequeño
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Los sueños del senador republicano por la Florida son muy distintos a los que impulsan a jóvenes inmigrantes a continuar marchando adelante contra la estupidez y el racismo oficiales para educarse y ocupar el lugar que merecen en este país.
Rubio es parte del lamentable grupito de políticos cubanoamericanos que conforman personajes tales como los senadores Ted Cruz (R-TX) y “Bob” Menéndez (D-NJ), y el representante Mario Díaz-Balart (D-FL), todos los cuales son de una derecha tan extrema que a su lado la congresista Ileana Ros-Lehtinen (R-FL) parece casi moderada. La competencia es feroz, pero cuando se trata de Cuba, Marquito el Breve, quien ha estado trabajando entre bastidores para hacer retroceder la política hacia Cuba a la agresión de la Guerra Fría, es el peor del grupo.
Los sueños que Marquito lleva años acariciando, si llegaran a cumplirse, significarían mayor pobreza e injusticia para la nación en que nacieron sus padres.
Aunque el Departamento de Estado ha declarado enfáticamente que, en caso de que fueran reales, no le atribuye culpabilidad a La Habana, el pequeño Marquito está empeñado en usarlos para descarrilar cualquier posibilidad de relaciones normales con Cuba.
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La verdadera motivación para tales alegaciones de ciencia-ficción es la oposición de la administración de Trump a la política de normalizar relaciones con Cuba impulsada por el presidente Barack Obama, afirma el profesor William Leogrande, experto en Cuba. “Creo que estos incidentes se han convertido en una excusa para tomar acciones punitivas contra Cuba”, añadió. “Por causa de Rubio y compañía, la relación EE.UU. - Cuba, que se movía en una dirección positiva, se ha descarrilado. Esto no es bueno para los intereses de ninguno de los dos países”.
Rubio es uno de los cinco senadores que exigieron el cierre de la embajada de EE.UU. en La Habana. Trump, cuya ignorancia generalizada se extiende a Cuba, hizo caso a las estridentes voces anticubanas en el Senado y anunció que reduciría el número de diplomáticos hasta dejar solamente personal de emergencia, y advirtió a los estadounidenses que no viajaran a la isla caribeña.
A modo de explicación, el secretario de Estado Rex Tillerson emitió la siguiente declaración:
“Hasta que el gobierno de Cuba pueda garantizar la seguridad de nuestros diplomáticos, nuestra embajada se reducirá a personal de emergencia con el propósito de minimizar el número de diplomáticos en riesgo de ser expuestos a daños”.
Para poner las cosas en perspectiva hay que recordar que EE.UU. no ha garantizado la seguridad de los diplomáticos cubanos en todo momento. En 1985, Pedro Remón, un terrorista cubanoamericano cómplice del infame asesino y operativo de la CIA Luis Posada Carriles (quien, a pesar de su larga lista de crímenes, vive en Miami con toda libertad), fue acusado de asesinar a tiros al diplomático cubano Félix García Rodríguez, cuando este se detuvo por una luz roja en Queens, New York. Las repercusiones internacionales forzaron al FBI a arrestarlo. Remón fue acusado también de plantar una bomba en la Misión de Cuba en las Naciones Unidas y con intentar asesinar al embajador de Cuba en la ONU, Raúl Roa Kourí.
Más y más los fantásticos “ataques sónicos” suenan como como una elaborada farsa, una excusa para echar atrás el reloj de la historia y regresar a la hostilidad gratuita de la política de Guerra Fría contra Cuba que prevaleció durante más de medio siglo y que fue un miserable fracaso.
Para Marco Rubio, tan chiquito y tan malo, este sería su sueño más acariciado. Esperemos que resulte un sueño imposible.
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