[OP-ED]: El submarino amarillo
Si la aventura del Leicester, al ganar la Premier League la campaña pasada, cautivó a todo el planeta, la del Villarreal lleva casi veinte años maravillando no solo a
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Si la aventura del Leicester, al ganar la Premier League la campaña pasada, cautivó a todo el planeta, la del Villarreal lleva casi veinte años maravillando no solo al soccer español, sino al de todo el continente. Porque la historia del Villarreal no es como la de Cenicienta. No se limita a una noche (temporada) yendo en una lujosa carroza que más tarde se convierte en calabaza. Es el trayecto exitoso de un club modestísimo que, por supuesto, ha tenido sus reveses, pero lleva ya más de tres lustros codeándose con los mejores del soccer español, lo cual tiene un mérito sin precedentes.
Para los que no la conozcan, Villarreal es una población del interior que tiene poco más de 50,000 habitantes, ubicada en la provincia de Castellón, a unas 40 millas de Valencia. Su equipo de soccer, cuyo uniforme principal es todo amarillo, no pasó de la Segunda División B hasta 1992, casi setenta años después de haberse fundado. Después de seis temporada en la categoría de plata, el Villarreal consiguió, prácticamente de rebote, el ascenso a Primera División. Al acabar cuarto, tuvo que jugar una ronda de promoción contra el Compostela, antepenúltimo en La Liga, que ganó tras empatar ambos partidos, por el valor doble de los goles en campo contrario.
Pocos auguraban un brillante futuro al Submarino Amarillo –como le bautizó la prensa española tras su ascenso- máxime después de que, tras una temporada en La Liga, terminara decimoctavo, quedando relegado a volver a Segunda. Pero aquí comenzó a gestarse el milagro y el Villarreal, a la siguiente campaña, retornó a Primera y esta vez lo hizo para quedarse.
Después de cuatro años manteniéndose en La Liga, llegó en 2004 al banquillo del club el chileno Manuel Pellegrini, procedente del River Plate y las cosas dieron un impresionante giro. Al terminar tercero en La Liga, el Villarreal se clasificó para la Champions League, donde realizó un papel dignísimo. Bajo la batuta del centrocampista argentino, Juan Román Riquelme, que encontró finalmente su sitio en Europa en esta modesta escuadra, tras un efímero paso por el Barcelona, el Villarreal se tuteó con los grandes de Europa. Las imágenes de aficionados del Inter de Milán cruzando los sembradíos de naranjas para llegar al estadio El Madrigal dieron la vuelta al continente y el Submarino Amarillo, tras eliminar a los italianos, se plantó en una semifinal con el Arsenal, en la que acabó sucumbiendo después de fallar Riquelme un penalti decisivo en el partido de vuelta.
Los éxitos del Villarreal vinieron de la mano del empresario del sector de la cerámica, Fernando Roig, quien adquirió la mayoría de las acciones del club en la temporada 1997-98. El hombre supo hacerlo crecer poco a poco, sin prisas y sin que los éxitos de una noche pasaran a ser los fracasos de la mañana siguiente. Roig amplió el estadio El Madrigal en el que ahora caben 25,000 espectadores, justo la mitad de los habitantes del pueblo, y construyó una Ciudad Deportiva de 70,000 metros cuadrados que dispone de hasta una residencia, donde se han formado futuras estrellas, españolas y también latinoamericanas.
El gran mérito de este club ha sido tener la fuerza para levantarse inmediatamente cuando el destino le ha jugado duras pasadas. La marcha del Ingeniero Pellegrini al Real Madrid obligó al Villarreal a reinventarse hasta encontrar estabilidad en su banquillo con Marcelino García Toral, a quien ha sustituido esta temporada, sin bajar el rendimiento, Francisco Escribá. Otra prueba de fuego fue un descenso inesperado a Segunda División en 2012. El club mantuvo la templanza y encontró el camino para volver a La Liga al año siguiente.
Villarreal ha sido la plataforma de lanzamiento de excelentes jugadores que después han triunfado en potentes escuadras europeas, como Santi Cazorla o el defensa uruguayo Diego Godín,. Pero también ha sido cuna donde han triunfado hombres de la casa, como el centrocampista Bruno Soriano, habitual ahora en la selección española.
La presente temporada de La Liga ha iniciado más igualada que nunca. Tras nueve jornadas, solo dos puntos separaban a los cinco primeros clasificados. En el quinteto estaban, por supuesto, los poderosos Real Madrid y Barcelona, dos conjuntos que se han consolidado recientemente como grandes de España y Europa, Atlético de Madrid y Sevilla, y el Villarreal, invicto hasta ese momento.
No se equivoquen. Cuando hablen de los grandes navíos que surcan las aguas del soccer español, no se olviden de contar a aquel equipo que ha emergido desde lo más profundo y que es conocido como el Submarino Amarillo.
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