El cabezazo de Sergi Ramos sobre el tiempo dejó helada a la afición azulgrana que llenó el Nou Camp para presenciar El Clásico entre el FC Barcelona y el Real Madrid. Hasta el minuto 89, el Barça había trabajado duro para conseguir una victoria que parecía definitiva con el 1-0 marcado por el uruguayo Luis Suárez. Pero el tanto de Ramos –una vez más letal al final de un partido- registró un empate final que mantuvo la ventaja del cuadro blanco a la cabeza de la clasificación en seis puntos.

“Queda mucha Liga por disputar”, comentó el defensa local, Gerard Piqué, en la zona mixta al finalizar el juego, buscando animar a los fanáticos del Barça.

Y es cierto, se han jugado 14 jornadas y restan 24, pero los seis puntos de diferencia parecen, por el momento, inalcanzables y no porque el Madrid esté jugando un gran soccer. Es cierto que el equipo que entrena Zinedine Zidane no pierde y sabe sacar petróleo en situaciones complicadas. Pero el mayor escollo con el que cuenta el FC Barcelona para remontar la situación es el propio FC Barcelona, un equipo que ha perdido una efectividad en su propio estadio, el Nou Camp, que lo convirtió en el conjunto más grande de Europa.

Esta campaña, el Barça ha dirimido siete encuentros de Liga en casa, obteniendo un pobre bagaje: tres triunfos, tres empates y una derrota. De hecho, si añadimos las cuatro últimas jornadas disputadas el año pasado por el conjunto catalán en su terruño, el balance es escalofriante (cinco victorias, tres tablas y tres reveses), si tomamos en consideración que los azulgrana, anteriormente, habían ganado los últimos 15 partidos jugados en el Nou Camp. 

En la presente temporada, el FC Barcelona ha perdido ya nueve puntos en su casa, algo que no ocurría desde la llegada de Pep Guardiola como entrenador, en la campaña 2008-2009.

¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué el Nou Camp se ha convertido más en un problema que en una ventaja? La respuesta está en dos factores: exceso de confianza y falta de espacios en ataque. 

El primer motivo es claro. Hasta el propio entrenador, Luis Enrique Martínez, ha dejado este año en el banco de suplentes a estrellas en duelos contra equipos como el Alavés o el Málaga, pensando que la victoria se obtendría con facilidad. La idea de Luis Enrique fue errónea y los vitorianos acabaron sorprendiendo en el Nou Camp, 2-1, y los malagueños obteniendo un empate a 0.

El segundo está más ligado a la delantera del Fútbol Club Barcelona. Es cierto que Suárez, Neymar y Leo Messi forman la tripleta atacante más temida del mundo. Sin embargo, si analizamos a fondo las características del uruguayo y el brasileño, especialmente de este último, podemos ver que su brillantez requiere de que haya espacios, cosas que no ocurre en Barcelona frente a rivales –incluido el Real Madrid- que vienen a cerrarse en menos de 20 metros. Con la llegada de Neymar y Suárez, el Barça se convirtió en un equipo mortal en el contraataque, pero tiene serios problemas, en su ofensiva estática, para abrir los cerrojos que plantean sus oponentes.

Como decía Piqué “hay mucha Liga por delante”. Está claro que el Barça puede lucharla y hasta alcanzar al Real Madrid. Para ello, sin embargo, será indispensable que gane los doce partidos que le resta disputar en casa, algo que hace solo un par de años tenía una altísima probabilidad de ocurrir.