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El alto desempleo de la Gran Recesión sin duda hizo que muchos de los jóvenes volvieran a casa de sus padres. El número real de jóvenes entre 18 y 34 años viviendo en casa de los padres sumó 24 millones en 2015. Dos tercios dicen que están contentos con su vida familiar.
El alto desempleo de la Gran Recesión sin duda hizo que muchos de los jóvenes volvieran a casa de sus padres. El número real de jóvenes entre 18 y 34 años viviendo en casa de los padres sumó 24 millones en 2015. Dos tercios dicen que están contentos con…

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Si tienen dudas, un nuevo estudio de la Oficina de Censos puede resolverlas. Compara las experiencias de los norteamericanos de 18 a 34 años con el mismo grupo etario en los años 70. Hubo un enorme cambio.

“En generaciones anteriores, se esperaba que los adultos jóvenes terminaran de estudiar, encontraran un trabajo y establecieran su familia durante la veintena—muy frecuentemente con su cónyuge y con la pronta llegada de un hijo,” dice el informe. 

Ya no.

Si la adultez equivalía a casarse y establecerse, ya no lo hace, dice la Oficina de Censos. Cuando se pregunta a los norteamericanos en encuestas de opinión qué es lo que define la adultez, citan: completar los estudios (61,5 por ciento “sumamente importante,” 33,3 por ciento “algo importante”) y tener un trabajo de tiempo completo (51,5 por ciento y 43,1 por ciento). Casarse (11,5 por ciento sumamente importante, 33,9 por ciento algo importante) y tener un hijo (10,4 por ciento y 34,6 por ciento) están muy abajo en la lista. 

He aquí otros puntos destacados del informe (“The Changing Economics and Demographics of Young Adulthood: 1975-2016):

--Cantidades de jóvenes norteamericanos retrasan el matrimonio. En 1976, alrededor del 85 por ciento de las mujeres entre 25 y 29 años se habían casado; para 2014, la tasa de matrimonio cayó a un 46 por ciento. El descenso también fue agudo para hombres de entre 25 y 29 años, de un 75 por ciento a un 32 por ciento. 

--Millones viven aun con sus padres, más que en la década de 1970. En 1975, alrededor del 57 por ciento de los norteamericanos entre 18 y 34 años vivía con su cónyuge. Sólo el 26 por ciento vivía con sus padres. En 2016, el 31 por ciento vivía con sus padres, mientras que el 27 por ciento vivía con su cónyuge. (Del grupo restante en 2016, 21 por ciento, vivía en casas grupales o con parientes que no fueran los padres; el 12 por ciento con un compañero/a no casado; y un 8 por ciento, solos). 

--La transición ha sido dura para algunos hombres. En 1975, sólo alrededor de un cuarto de los hombres de 25 a 34 años tenía ingresos de menos de 30.000 dólares anuales. Para 2016, esa cifró se elevó al 41 por ciento. (Los ingresos se ajustaron a la inflación). Mientras tanto, millones de mujeres jóvenes entraron en la fuerza laboral, y aunque su salario medio está por debajo del de los hombres, ha aumentado con más velocidad que el de los hombres. 

El Censo no explica qué es lo que provocó esta convulsión social. Se expande en las consecuencias, pero es breve en las causas. Probablemente, muchos factores—buenos y malos—hayan contribuido. 

El alto desempleo de la Gran Recesión sin duda hizo que muchos de los jóvenes volvieran a casa de sus padres. El número real de jóvenes entre 18 y 34 años viviendo en casa de los padres sumó 24 millones en 2015. Dos tercios dicen que están contentos con su vida familiar. El hecho de que más norteamericanos van ahora a la universidad y a la escuela de postgrado también retrasó el matrimonio, la vida independiente y los hijos. 

Aún así, los factores más poderosos probablemente fueron la entrada masiva de la mujer en la fuerza laboral y los anticonceptivos, que promovieron la revolución sexual. Los hombres y las mujeres de pronto tuvieron opciones que habían quedado confinadas en gran parte al matrimonio. Las mujeres podían tener ahora una carrera e ingresos. Las parejas podían tener relaciones sexuales e hijos fuera del matrimonio. 

El matrimonio se devaluó gradualmente, como lo muestran las estadísticas. La cohabitación creció más de 12 veces desde mediados de la década de 1970. Ahora describe aproximadamente a un octavo de la población entre 18 y 34 años, mientras que a mediados de los 70 era de alrededor de un 1 por ciento. Mientras tanto, los nacimientos de madres no-casadas crecieron. Ahora representan casi un 40 por ciento de los nacimientos en Estados Unidos. 

La otra gran cuestión es todo lo que esto significa para el futuro. El estudio del Censo adopta una opinión relativamente optimista. A medida que los jóvenes se hacen mayores, revierten a la forma tradicional de adultez. El matrimonio y los hijos en general se retrasan, pero no se abandonan. A comienzos de la cuarentena, el 85 por ciento de las mujeres se ha casado, mientras que en 1976 era el 96 por ciento—pero sigue siendo una cifra alta. En forma similar, el 85 por ciento de las mujeres ha tenido hijos, mientras que antes era el 90 por ciento—pero aun una cifra alta.

Quizás puedan extrapolarse esas tendencias hacia el futuro. O quizás no. Los nuevos estilos de vida surgieron solo en las últimas décadas—son demasiado recientes para saber los efectos a largo plazo.

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