OP-ED: Culpar no es un juego, la introspección es la única salida
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Desde en los UberPools hasta en la fila del supermercado, muchos desconcertados residentes de Filadelfia me han hecho la misma pregunta: “¿Llegará Donald Trump realmente a ser elegido presidente?”.
En estos breves encuentros la pregunta es retórica, sin embargo no puedo sino considerar una respuesta real. Los acontecimientos de la semana pasada en el Reino Unido han dejado claro que no solo es posible, sino probable. Los ciudadanos de Gran Bretaña e Irlanda del Norte votaron para abandonar la Unión Europea en un referéndum llamado “British Exit” (la salida británica). A pesar de contar con un nombre lindo, “Brexit” es como un regalo alarmista británico que va a seguir dando que hablar. Pese a mi decepción, nuestra nación tiene una oportunidad única de ver en primera fila exactamente lo que puede suceder con un líder como el actual candidato presidencial republicano.
Tengo que admitir que no lo vi venir. Pasé varios años viviendo al otro lado del océano y disfrutando de los beneficios de la “concienzuda” sociedad del Reino Unido. O al menos eso pensé. Igual que un niño en una tienda de dulces liberal, disfrute al conocer de sus leyes antiarmas, del Servicio Nacional de Salud y la educación asequible. Los padres envían a los niños a clase sin el temor a un tiroteo en la escuela. Los jóvenes asistían a la universidad sin preocuparse de una agobiante deuda estudiantil. Las facturas médicas nunca llevaron a una familia a quedarse sin hogar. Encontré que cuando se proporcionan los derechos humanos básicos, se puede sentir un tipo de libertad diferente. El Reino Unido está lejos de ser una utopía, pero en esos pocos años, sentía que estaba más cerca de ella. Hace unos días, me enteré que esa mentalidad progresista podría ser exclusiva de Londres, Escocia e Irlanda del Norte. Sin contar con el total de la nación en sintonía, estos pocos sitios no pudieron persuadir al Reino Unido del miedo irrevocable.
Mi amor por este país es honesto y sin embargo leal. Soy consciente de sus defectos, pero también rápida a la hora de hablar de su belleza y majestuosidad. Estados Unidos da a un sinnúmero de personas la oportunidad real de cambiar su destino para bien. Desafortunadamente el racismo sistemático provee de culpa cuando ciertos individuos no lo logran. A los estadounidenses se les dice que el socialismo es malo y que el objetivismo de Ayn Rand es un camino lógico a la verdadera libertad personal. Esto hace que parezca como si la felicidad fuese escasa, que es una perversión peligrosa del “sueño americano”.
El “Brexit” es un amargo despertar y consecuencia del “juego de la culpa”. Existe una creciente cantidad de personas blancas de clase media y baja con dificultades. Sus problemas son reales y sus frustraciones son entendibles. Han observado la codicia de corporaciones y de políticos devastar vidas y quieren un cambio. Por desgracia, ese cambio se ha manifestado en xenofobia. Han creído a los medios de comunicación que sugieren que los blancos no deben luchar tanto o más que las minorías. Lo que da temor es que no todos ellos son los racistas fuertes y orgullosos del mundo. Creo que los blancos de clase pobre y trabajadora han estado votando en contra de sus mejores intereses simplemente porque un candidato juega el papel. Apoyan a candidatos ricos, blancos y poderosos, solo para ser completamente ignorados después de cada elección. Advertencia, existe un votante menos agresivo pero igualmente intolerante considerando a Trump también.
El imperialismo, la esclavitud e incluso el movimiento de derechos civiles pueden parecer muy anclados en el pasado para los americanos blancos. Sobre el papel, todos somos libres y algunas personas blancas no entienden por qué tanto alboroto. Al parecer, los blancos marginados tienen un gran problema que solucionar y por ello están entregando el cuchillo a Trump. Me preocupa que su ira solo crecerá si la solución es buscada externamente. El tipo de cambio que necesitamos comienza en cómo se ve la gente a sí misma, especialmente la gente blanca.
La idea de que todos los estadounidenses tienen las mismas oportunidades y de que algunos simplemente toman mejores decisiones que otros es profundamente falsa. Creo que el núcleo de este problema es pensar como “blanco”, una especie de línea de base de la sociedad.
Como si “blanco” fuera equivalente a ¿¡¿¡normal o estándar?!?! Como estadounidense blanca, analizo mi papel en todo esto. Estoy cansada de hablar a la gente amablemente sobre discriminación e injusticia. Es el momento de decirlo. Esto no se trata de fragilidad blanca; esto se trata de supremacía blanca. ¡No se equivoquen!
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