Lo que me preocupa tras las elecciones
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Sinceramente, estoy preocupado.
Yo no pretendo ser un experto en las implicaciones para las pequeñas empresas o la economía en general a raíz de la reelección del presidente Obama, pero no me siento mal por eso, porque yo no creo que nadie lo es tampoco. Los economistas no se ponen de acuerdo sobre los efectos de la política fiscal del presidente y las encuestas recientes indican que los propietarios de pequeñas empresas están divididos en sus perspectivas para el futuro. La conclusión es que muy pocas personas saben de lo que están hablando, pero al menos yo lo estoy admitiendo y, como tal, no entraré en esos detalles.
Esto es lo que sí sé. Mi negocio creció en 2012 y mis proyecciones para 2013 son aún mejores. Pero, ¿cuánto de eso tiene que ver con la política directamente? No mucho. Mientras que en la vida nada es absoluto y ninguna parte de nuestra realidad socioeconómica puede ser analizada en el vacío, lo cierto es que el comercio está más directamente influenciado por el flujo inmanente de las condiciones del mercado y la ley más básica de la oferta y la demanda que por cualquier otra cosa. Las políticas fiscales de los políticos en Washington quizás ayuden a algunos, pero no a todos. No, mi negocio ha mejorado porque teníamos que reinventarnos –varias veces en los últimos cuatro años– y porque luchamos para no sólo sobrevivir, sino tener éxito.
Cortamos los costos. En los últimos cuatro años hemos reducido nuestros gastos generales hasta el punto en el que no creía que fuera posible. En muchos casos, los recortes dolieron, pero había que hacerlo.
Hemos reevaluado cada aspecto de nuestro negocio. Nos fijamos en cada proceso y procedimiento desde la manera en que manejábamos la contabilidad hasta la forma en que administrábamos nuestros proyectos. Cada proceso se mejoró utilizando un criterio simple: Hazlo mejor que antes, consigue mejores resultados que antes, hazlo más económicamente que antes.
Analizamos nuestros mercados. Realizamos un análisis de mercado detallado para determinar dónde están las oportunidades en nuestra industria y planeamos cómo íbamos a penetrar esos mercados. Esto tomó tiempo y esfuerzo, pero nos ayudó a ser más eficientes en nuestras actividades de desarrollo de negocio porque nos centramos en aquellas áreas en las que sentimos que tendríamos la mayor probabilidad de éxito.
Nutrimos nuestras relaciones profesionales y desarrollamos alianzas estratégicas. Identificamos socios en esas áreas del mercado donde podíamos crear valor al unir fuerzas para ofrecer un servicio más completo.
Mantuvimos el optimismo. Nunca perdimos la esperanza. Mantuvimos la fe y nunca paramos de luchar.
De nuevo, ¿cuánto de esto fue resultado de la política fiscal? No mucho. Como propietario de una pequeña empresa, no puedo atribuir la recuperación de mi negocio a una política en particular o un acto de gobierno. No he recibido ni un centavo del paquete de estímulo del presidente. No niego que puede haber habido un efecto general en el mercado por el estímulo, pero mi empresa se recuperó de la recesión porque mi equipo se unió para trabajar y hacer sacrificios y luchar para salir adelante.
Así es como debe ser –y esa es sólo una de las razones por la cual estoy preocupado.
Yo no espero que el gobierno me de un bail-out. Yo no estoy esperando que nadie me de nada. Lo que sí espero es que el gobierno cumpla con su obligación de mantener las leyes que aseguran que todos tengan la misma "oportunidad". El resto depende de nosotros.
Lo que encontré, sin embargo, después de las elecciones del martes es que hay una creciente actitud de merecimiento en nuestro país. Más y más personas esperan que el gobierno los ayude económicamente o que provea para ellos, y el resultado de esta actitud generalizada puede ser catastrófico para el futuro de nuestro país. Parece que estamos más interesados en la retórica que en los resultados. Parece que estamos de acuerdo con el relativismo moral que está penetrando en nuestra sociedad siempre y cuando el gobierno nos sigua bombardeando con promesas. Parece que estamos más atraídos por las diversiones y distracciones, por la mera satisfacción de las necesidades inmediatas y superficiales de las masas, que por un liderazgo eficaz, con propósito.
El poeta romano del primer siglo, Juvenal, lamentó al constatar la disposición de la república romana hacia una dictadura: "Denles pan y circo, y la gente se someterá". No es el líder en sí quien me preocupa, son las expectativas de una nación cada vez más dependiente que lo reeligió las que me preocupan.
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