Una carta a mi presentador de televisión favorito, Tom Brokaw
¿Es el secretario de Educación de Pensilvania, Pedro Rivera, alguien “no integrado”? No. Sin embargo Pedro es otro latino de los EE.UU. que puede parecer como…
Cuando, el lunes pasado, mi esposa llamó mi atención de camino al trabajo sobre lo que ella describió como el "alboroto de Tom Brokaw" y sus inesperados comentarios sobre los latinos de los Estados Unidos en el popular programa “Meet the Press” de NBC News.
Finalmente, escribí la palabra "Brokaw" en mi motor de búsqueda y, en un segundo, tuve la controversia a pantalla completa.
Los "brown babies" a los que temen los "estadounidenses normales"; ”los latinos deben aprender inglés" o “trabajar más en términos de integración", mientras deja implícito que todavía no son los suficientemente estadounidenses… Y la lista continúa.
Tom, usted escribió ‘La gran generación’ en 1998, como un homenaje a los nacidos entre 1910 y 1924, cuando muchos latinos ya se habían establecido en este país, muchos de ellos después de que la frontera "los cruzó" (nunca la cruzaron), como dicen en el sudoeste, tras el desplazamiento hacia el sur de nuestra frontera con México, tras el tratado “Guadalupe Hidalgo” firmado al concluir la guerra de Estados Unidos contra ese país.
Usted, que habló en su libro sobre la resistencia y los sacrificios hechos por aquellos que sobrevivieron a la Gran Depresión y a la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos latinos en el uniforme militar del Ejército de los Estados Unidos, que lucharon con orgullo para defenderte a tí, por ejemplo, tu derecho a convertirte en un periodista inteligente en la tierra de la libertad de prensa y, eventualmente, un famoso presentador de televisión que fuiste en el Estados Unidos de los 70 y 80.
Igual que el grupo demográfico de más de 65 años, cuyo respeto se ganó gracias a su libro, te respeté y admiré cuando te elegí, por encima de Peter Jennings y Dan Rather, durante el horario estelar de las noticias de la noche.
Pero después de la libertad que te tomaste el domingo, con las palabras que elegistes para describirnos a nosotros, los Norteamericanos de origen Latino, ya no culpo tanto a nuestro actual presidente y su bilis verbal que tú tan increíblemente terminaste validando.
No hace falta decir que tu imagen impecable, de periodista equilibrado y justo, fue sacudida del todo, y continúa de esa manera entre los muchos líderes latinos que conozco, sin importar tus disculpas por Social Media.
No dudo de la sinceridad las mismas.
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Sin embargo, a veces, ser sincero no es suficiente, especialmente si se tiene en cuenta las circunstancias que los Latinos de los Estados Unidos tienen que soportar debido a la narrativa nacional actual sobre ellos, sin que ellos tengan la menor oportunidad de defenderse.
En tu caso, con tu influencia, y el bien que podría hacer con ella, te comparto respetuosamente una nueva responsabilidad: pasar de las palabras a la acción real.
"Obras son amores y no buenas razones", solía susurrarme mi madre en español.
Todo para lograr lo que ya defendiste en tu libro. Para mantener a Estados Unidos como la gran nación que ya es, se necesitan exactamente los mismos valores de resiliencia y sacrificio, tan bien exaltados en tu libro ‘La más grande generación”.
Por cierto, mis dos hijas ya aprendieron un buen inglés, muchas gracias, y también dominan a la perfeccíon el español y han estudiado francés y mandarín. Son no solo son ciudadanas de los EE.UU., sino también ciudadanas globales.
Como adultos jóvenes, nacieron o se criaron aquí, y ya forman parte de la “(nueva) Gran Generación de los Estados Unidos".
Ud, Tom, ha hecho que este orgulloso padre se apresure ahora a decirles con amor incondicional esta verdad —que ellas son parte de la Nueva Gran Generación de los Estados Unidos— no la media o invertida verdad que tus palabras decidieron increíblemente validar.
¡Gracias!
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