OP-ED]: Trump está hiriendo a los amigos extranjeros de Estados Unidos
Hubo mucho enfoque en la política exterior errada de Donald Trump, las posiciones extravagantes, las varias idas y venidas, las equivocaciones. Sin embargo,…
Tengamos en cuenta a Méjico. Durante décadas, fue un país definido por ser totalmente anti estadounidense. Fundado en un movimiento revolucionario radical, alimentado por el enojo contra el imperialismo y prepotencia estadounidense, Méjico raramente cooperaba con Washington. Desde la década del `90, el panorama ha cambiado, de hecho, se puede decir que casi se ha revertido. Gracias a un liderazgo inteligente en la ciudad de Méjico y a un compromiso bipartidista constante por parte de Washington, Estados Unidos y Méjico se han convertido en vecinos amigables, socios comerciales activos y aliados en la seguridad nacional.
Méjico compra más bines estadounidenses que China y, de hecho, es el segundo principal destino para las exportaciones de Estados Unidos, luego de Canadá. Las ventas a Méjico aumentaron en un 455 por ciento desde la aprobación del TLCAN. El país coopera con Estados Unidos en la seguridad fronteriza, y ayuda a interceptar cargamentos de droga y a deportar decenas de miles de migrantes centroamericanos que tienen la intención de entrar a Estados Unidos ilegalmente. Méjico es un aliado de Estados Unidos en la mayoría de las negociaciones internacionales y organizaciones.
Todo esto podría cambiar rápidamente. En el curso del año pasado, mientras el candidato Trump, ahora presidente Trump ha atacado y degradado a Méjico y a su gente, el panorama político de este lugar ha cambiado. Los índices de aprobación del presidente Enrique Pena Nieto que ya habían empeorado, han descendido luego de haber sido visto como demasiado conciliador hacia Trump. Actualmente es muy posible, de hecho, probable, que el próximo presidente de Méjico será anti estadounidense, socialista-populista, similar al Hugo Chávez de Venezuela. Andrés Manuel López Obrador tenía una votación cerca del 10 por ciento en el comienzo del 2015. En el presente, saltó al 30 por ciento, el líder entre los candidatos posibles para la elección del próximo año.
Una victoria para López Obrador sería un desastre para Méjico pero también para Estados Unidos. Probablemente llevaría a Méjico de nuevo a sus días de socialismo corrupto y economía disfuncional, todo sostenido por el populismo y el nacionalismo. López Obrador ha descrito a Trump como “neo-fascista”, ha atacado a la administración Pena Nieto por ser demasiado débil como para confrontar a Trump y ha prometido ponerse firme con Washington. En febrero, comenzó una gira por varias ciudades estadounidenses, hablando a grandes concentraciones de mejicanos-estadounidenses y apoyando simbólicamente a Donald Trump.
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Consideremos a Corea del Sur. La demanda de Trump en la cual exige que Seúl pague por el sistema de defensa del misil THAAD y la amenaza de anular el acuerdo existente con Washington, han alimentado a las fuerzas en Corea del Sur que se oponen a este sistema en primer lugar, junto con cualquier medida militar agresiva contra Corea del Norte. Trump ha casualmente ofrecido un número de desaires a uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos, aceptando sistemáticamente la demanda de China por la cual dicen que tiempo atrás, Corea formó parte de esta y ha amenazado con romper el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Corea del Sur. Esta última está haciendo frente a una elección anticipada para su presidencia y el candidato que más se está beneficiando de las fantochadas de Trump es el izquierdista Moo Jae-in. La oposición a Estados Unidos se ha vuelto activa nuevamente en Corea del Sur. No obstante, no es tan fuerte como en Méjico, donde la favorabilidad de Donald Trump ha sido registrada en un 3 por ciento.
Si estas tendencias se consolidasen, significaría décadas de dificultades para la política exterior estadounidense. Lidiar con Corea del Norte ya es bastante difícil, pero con una Corea del Sur recalcitrante que está determinada a no ser vista como demasiado pro estadounidense, sería imposible. El abordaje de temas tales como drogas, el control de fronteras y la migración sería mucho más complicado si el gobierno mejicano se echara atrás en cooperar con Estados Unidos.
Hay otros lugares en los cuales el efecto Trump también es claro. La política en Irán se ha tornado más favorable para los conservadores, y la reelección del relativamente moderado presidente Hassan Rouhani, que alguna vez estaba asegurado, ahora está en peligro. El líder supremo Ali Khamenei parece estar haciendo una campaña en su contra y está apoyando a un candidato mucho más anti estadounidense. En Cuba, Raúl Castro ha pasado de avanzar hacia mejores relaciones con Estados Unidos a fustigar a Trump y a su política. En cada país del mundo, los amigos de Estados Unidos están avergonzados y a la defensiva y sus enemigos están satisfechos.
En la política exterior, los grandes hombres de Estado siempre tienen en cuenta una realidad crucial: cada país posee sus propias políticas nacionales. La retórica cruda, las demandas disparatadas, las políticas mal planeadas y los golpes bajos colocan a líderes extranjeros en una misma caja. No pueden ser percibidos rindiéndose a Estados Unidos y ciertamente no a un Estados Unidos liderado por alguien que está empecinado en mostrar que para que Estados Unidos gane, otros deben perder. Esa es una gran diferencia, entre muchas, entre realizar un negocio de bienes raíces y la gestión de la política exterior.
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