Esto sucedería si todos –sin importar de qué país hemos venido o si hemos nacido en EE. UU. – nos unimos en una solidaridad efectiva y poderosa con los pueblos de Cuba, de Puerto Rico, de México, nuestra gente, ferozmente golpeada por algunos de los peores desastres naturales de los que se tenga memoria. En medio de tanta destrucción y tanta muerte, esa solidaridad sería algo que vale la pena celebrar, no solo este año, sino todos los sept. 15 - oct.15, los días designados oficialmente como Mes de la Herencia Hispana en EE. UU.

La realidad es que incluso antes de las catástrofes increíbles ocasionadas por los huracanes Irma y María, y por el terrible terremoto que azotó a México, el presidente Trump ya se había encargado de que este año el Mes de la Herencia Hispana --una tradición que data de 1968--fuera el peor de la historia.

 “Ser latino en EE. UU. en la era de Trump es un verdadero reto”, afirmó José Bayona, quien es el enlace con la prensa de una de las agencias municipales de la ciudad de Nueva York.

Y tiene razón. Después de todo este es un presidente que nos menosprecia, no respeta nuestra contribución a este país, y no lo piensa dos veces para insultarnos o calumniarnos.

Todos recordamos que lanzó su campaña presidencial acusando a los mexicanos de ser violadores y traficantes de drogas, y haciendo la ridícula promesa a sus seguidores racistas de erigir un muro fronterizo que les impidiera la entrada.

Aún peor, se rodeó de racistas como Jeff Sessions, su fiscal general, quien, pese a haber sido humillado pública e inmisericordemente por Trump ha continuado llevando adelante la odiosa misión de aterrorizar las familias inmigrantes, acosándolas, persiguiéndolas y deportando, no a criminales como afirman él y su jefe, sino a cientos de miles de hombres y mujeres decentes y trabajadores.

 Este es un presidente que ha tenido la desfachatez de perdonar a un ser despreciable como el exalguacil del condado de Maricopa, Joe Arpaio, un empedernido racista y supremacista blanco famoso por abusar y humillar a los inmigrantes latinos.

Pero eso no es todo. Trump y sus secuaces les han enfilado los cañones a la Acción Afirmativa y hasta a los Dreamers revocando DACA. Además, ha amenazado con tomar acciones militares contra Venezuela y con cerrar la embajada en Cuba con el extraño pretexto, digno de la Guerra de las Galaxias, de una misteriosa “agresión sónica” a diplomáticos estadounidenses en La Habana.

No, definitivamente, no hay nada que celebrar este Mes de la Herencia Hispana a menos que nos levantemos como comunidad unida en el dolor de Cuba, Puerto Rico y México, y en nuestra determinación de ayudar y apoyar a su gente en estos momentos angustiosos de imperiosa necesidad.

Solamente la solidaridad verdadera puede conferirle significado a ser latino en EE. UU. durante este triste Mes de la Herencia Hispana.