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Según un análisis de datos de encuestas posteriores a la elección, conducidas por Public Religion Research Institute y The Atlantic, había más probabilidades de que electores con problemas económicos de la clase obrera blanca prefirieran a Hillary Clinton por sobre Trump.
Según un análisis de datos de encuestas posteriores a la elección, conducidas por Public Religion Research Institute y The Atlantic, había más probabilidades de que electores con problemas económicos de la clase obrera blanca prefirieran a Hillary…

[OP-ED]: Los que están en la ‘resistencia’ no deben burlarse de los que apoyan a Trump

Aunque en general es un hogar feliz, en mi casa hay una marcada división cultural: A mi marido, que se crió en un diminuto pueblo rural del sur, casi 100 por…

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A mí, por otro lado, se me eriza la piel de todo el cuerpo cuando oigo el tema silbado de la introducción del programa.

A él, “The Fishin’ Hole”, que es el título correcto de la tonada, le trae cálidas memorias de personajes familiares, de una época en que la gente se vestía bien, hablaba suavemente y, en general, vivía una vida feliz con la ayuda de un sólida brújula moral. 

¿Yo? De niña, veía un episodio de vez en cuando y pensaba que todo el asunto era tonto. De adulta, siempre tomé la nostalgia por esa época pasada como un insulto—un deseo de una era en la que yo habría tenido derechos civiles limitados, pocas esperanzas de una educación superior e incluso menos oportunidades profesionales. 

Diferentes maneras de ver las cosas—mi esposo y yo reconciliamos esa división concentrándonos en todo aquello que ambos amamos. Pero es un buen ejemplo de las tensiones entre los blancos y las minorías cuando se encuentra uno con el eslogan de Trump: “Volver a hacer de Estados Unidos un gran país.”

Para algunos, significa: Traer de vuelta puestos de fabricaciones y expansión económica. Para otros, significa que el presidente Trump quiere hacer que Estados Unidos sea blanco otra vez. 

Según un análisis de datos de encuestas posteriores a la elección, conducidas por Public Religion Research Institute y The Atlantic, había más probabilidades de que electores con problemas económicos de la clase obrera blanca prefirieran a Hillary Clinton por sobre Trump. Pero el factor No. 1 que los llevaba a apoyar a Trump era la ansiedad cultural. 

“El 68 por ciento de los electores blancos de clase obrera dijo que el estilo de vida estadounidense debe ser protegido de influencias extranjeras. Y casi la mitad estuvo de acuerdo con la afirmación ‘las cosas han cambiado tanto que a menudo me siento como un extraño en mi propio país.’ Juntas, esas variables fueron indicadores fuertes de apoyo a Trump: el 79 por ciento de los electores blancos de clase obrera que tenían esas ansiedades escogieron a Trump, mientras que el 43 por ciento de los electores blancos de clase obrera que no compartieron uno o dos de esos temores emitieron su voto de la misma manera.” 

Solo hace falta ir a una de esas comunidades que antes tenían mayoría blanca, donde ahora hay tiendas mexicanas de comestibles con carteles en español, para oír hablar abundantemente sobre sentirse como un extraño en su propio pueblo. 

Tiende a ser la misma gente que ha recibido el impacto de titulares irresponsables y aterradores sobre el maremoto demográfico que los ahogará en medio de los descendientes de los hispanos y de otros grupos de inmigrantes recientes. 

(Imaginen qué enojados estarían esos individuos si conocieran el aumento de entretenimiento diverso que puede ser mal interpretado como anti-blanco, como por ejemplo la película de éxito “Get Out”, el popular podcast “Sooo Many White Guys” y la serie de Netflix “Dear White People”.)

Transitar por ambos lados de esta división cultural significa que no tolero ni el racismo y el prejuicio contra la gente de color, ni la equivocada narrativa anti-Trump de la izquierda, obviamente falsa, de que todos los blancos son racistas y estúpidos por “votar contra sus propios intereses.” 

Es irónico que una ideología de izquierda que se enorgullece de su diversidad, inclusión y valoración de culturas diversas, ataque con tanta rapidez a los electores de Trump por escoger el candidato que les prometió traer de vuelta un Estados Unidos sin advertencias (trigger warnings), baños unisex y carteles de tiendas en otros idiomas. 

Pero crea uno o no que ese deseo es adecuado ¿no hay que enfrentarlo en lugar de burlarse? 

En un reciente artículo en el sitio Web de The Atlantic, titulado “Why Can’t the Left Win?”, Conor Friedersdorf señala que hay límites para el oprobio y el estigma. “Nunca hay menos probabilidades de que las personas cambien, adopten nuevas maneras de pensamiento o de conducta, que cuando eso significa unirse a las filas de aquellos que las denuncian.” 

Éste es el problema: Para muchos, unirse a la así llamada “resistencia” significa alinearse con los que creen que los blancos que no desprecian a Trump son inherentemente malos y racistas. 

Si la izquierda desea recuperar la Casa Blanca y el Congreso, debe comprender que aquellos de nosotros que amamos a nuestros hijos blancos, esposas blancas, suegros blancos y amigos blancos nunca compraremos esa equivalencia falsa. Y hay demasiados de nosotros para simplemente ignorarnos.