[OP-ED]: Los medios de elite, ensimismados pero sin conocerse a sí mismos
Aclárenme lo siguiente: ¿Cómo pueden, los así llamados medios de elite, estar tan ensimismados y al mismo tiempo conocerse tan poco a sí mismos? Los…
Sin embargo, esos mismos periodistas son incapaces de verse a sí mismo bajo la dura luz en la que muchos estadounidenses los ven.
Para colmo, el ocupante de la Casa Blanca tiene el don de incitar los peores aspectos del Cuarto Estado.
Después de que el presidente Trump no asistiera a la reciente cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, una narrativa popular fue que Trump se estaba mofando de la Primera Enmienda. Pero en su entusiasmo por ser mártires, a los periodistas se les escapó la noticia principal: los intentos de Trump de reaccionar contra los medios son, en general, en defensa propia.
El presidente fue listo al no ir a la fiesta. Después de todo, probablemente lo iban a usar como piñata. Con una sala llena de periodistas criticándolo, el objetivo hubiera sido insultarlo y humillarlo en la cara.
Trump, en cambio, buscó refugio en Harrisburg, Pennsylvania, donde dirigió la palabra a lo que él llamó: “una multitud mucho, mucho mayor y a gente mucho mejor.”
Como para probar su punto, los reporteros de Politico, Josh Dawsey y Ian Kullgren, hicieron un altanero comentario sobre los simples granjeros que se juntaron para escuchar a Trump, señalando en su artículo que “un vago olor a bosta de vaca” llenaba el aire.
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No es secreto alguno que la mayoría de los profesionales de los medios de Nueva York y Washington no votaron por Trump. Muchos aun dicen que no comprenden por qué alguien haría eso. Algunos aun atribuyen la victoria de Trump a influencias nefastas como el racismo o el temor al cambio cultural.
¿No se dan cuenta de que están actuando como malos perdedores, que ahora intentan activamente asegurar el fracaso del presidente que, para empezar, nunca apoyaron?
Todo lo cual es irónico, dado el hecho de que los principales medios de la nación pasaron la última parte del año 2015 promoviendo la campaña de Trump al concederle más de 1.000 millones de dólares de tiempo en el aire gratis y bajando a sus principales rivales republicanos—Marco Rubio, Ted Cruz y Jeb Bush. Al final, los gerifaltes mediáticos obtuvieron el combate soñado que deseaban: Trump vs. Hillary Clinton. Se forraron con los ingresos de publicidad y las nuevas suscripciones. Después el plan era bajar a Trump y elegir a Clinton. ¿Y cómo resultó eso, amigos?
Cuando el presidente de CNN, Jeff Zucker, dijo en una entrevista reciente, en esa estación proletaria del hombre ordinario, The New Yorker Radio Hour, que Fox News era “TV administrada por el Estado”, pensé que estaba bromeando.
Ahora que Trump es presidente, uno puede prender casi cualquier canal—menos Fox News—para escuchar a reporteros y locutores que acusan a Trump o a otros funcionarios del gobierno directamente de mentir o de perseguir políticas que perjudicarán a las personas—o, en el caso de la ley de asistencia médica del Partido Republicano, que en realidad las matará.
Durante la edición de “This Week with George Stephanopoulos” de ABC News, esa propuesta de ley fue el tema principal de conversación mientras cinco liberales—Stephanopoulos, el estratega republicano de centro derecha, Matthew Dowd, la corresponsal de NPR Cookie Roberts, el periodista Roland Martin y el ex funcionario del Departamento del Tesoro de Obama, Steven Rattner—criticaron sin cesar a la conservadora de turno, Sara Fagen, estratega del Partido Republicano. Y pensar que a los liberales les encanta hablar de justicia.
Los medios dicen que quieren ser transparentes. Bueno, funcionó. En la época de Trump, la mayoría de los estadounidenses pueden ver a través de ellos.
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