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Los defensores de la inmigración tienen un incentivo para alimentar el temor de que los Soñadores pueden ser deportados. Moviliza a la comunidad y pone presión sobre Trump para que maneje el asunto de la inmigración con cuidado. Archivo
Los defensores de la inmigración tienen un incentivo para alimentar el temor de que los Soñadores pueden ser deportados. Moviliza a la comunidad y pone presión sobre Trump para que maneje el asunto de la inmigración con cuidado. Archivo

[OP-ED]: Los medios liberales finalmente descubren a los ‘Soñadores’

Cuando uno hurga en el debate de la inmigración, nunca sabe lo que encontrará.

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Después de ocho años de ignorar las quejas de los jóvenes indocumentados que marcharon por las calles, ocuparon oficinas del Congreso, fueron arrestados frente a la Casa Blanca, prepararon manifestaciones en la frontera mexicano-americana e interrumpieron discursos de Barack Obama por no encarar la reforma migratoria integral, los medios liberales finalmente descubrieron a los Soñadores. 

Y de pronto, constituyen un tema muy importante para ellos. Así que tras permitir que un gobierno demócrata deportara alrededor de 3 millones de inmigrantes, entre ellos jóvenes indocumentados que fueron traídos a los Estados Unidos de niños, los medios pintan ahora el gobierno de Trump como la peor pesadilla de los Soñadores. 

Estos jóvenes viven vidas productivas, según esa narrativa, y todo lo que quieren es finalizar sus estudios, perseguir ocupaciones que les interesen y residir en el único país que conocen. Y sin embargo, nos dicen, Trump podría arruinar esos planes al sacar del país a esos Soñadores y enviarlos de vuelta a países que ya no reconocen. 

Ese guión sería más fácil de vender si Trump, hasta el momento, no hubiera dejado vigentes las protecciones que el gobierno de Obama finalmente otorgara a más de 750.000 inmigrantes indocumentados bajo la Acción Diferida para los que Llegaron de Niños (DACA, por sus siglas en inglés). 

“No deben preocuparse,” dijo Trump a ABC News en enero, sobre los Soñadores. “Tengo un gran corazón”. 

Más recientemente, Trump expresó a Associated Press que los jóvenes pueden “estar tranquilos”. 

Eso podría haber sido el fin de la cuestión si Trump no hubiera delegado gran parte de la política migratoria de su gobierno a un par de miembros del Gabinete que son entusiastas de la remoción de los inmigrantes ilegales y de asegurar la frontera mexicano-americana. 

El procurador general, Jeff Sessions y el secretario de Seguridad del Territorio, John Nelly, sin duda hablan en serio, y ambos dejaron claro que—aunque deportar a los Soñadores aun no es una prioridad del gobierno—todo el que esté en Estados Unidos sin categoría legal está sujeto a la deportación. 

Es cierto. Y también ayuda. Los soñadores no deben pensar que su situación es a prueba de balas. 

Aún así, escuchar a los funcionarios expresar esas verdades es un poco perturbador. Y alimenta la narrativa de los medios de conservadores despiadados que buscan destruir la vida de los jóvenes, guiados por la insensibilidad y el prejuicio. 

Los locutores de televisión acribillan a preguntas a los funcionarios del gobierno sobre sus intenciones. ¿Serán deportados los Soñadores, sí o no? Los funcionarios no se pronuncian. No pueden. Cada situación es diferente. 

Observemos el caso de Juan Manuel Montes, de 23 años, que estaba protegido por DACA y fue deportado recientemente. Según USA Today, Montes no pudo presentar su identificación ni prueba de status protegido cuando se le acercaron los agentes de inmigración. Así es que en unas pocas horas estaba en México. Enterrado en esta historia está el hecho de que Montes tenía cuatro condenas penales—aunque por infracciones menores como hurto y manejar sin licencia. 

Mientras tanto, los defensores de la inmigración tienen un incentivo para alimentar el temor de que los Soñadores pueden ser deportados. Moviliza a la comunidad y pone presión sobre Trump para que maneje el asunto de la inmigración con cuidado. 

Buena suerte. Casi nadie del gobierno tiene cuidado con este asunto candente. Más bien, el plan es tratar la inmigración cínicamente, y obtener todo lo posible sin ofrecer nada a cambio. 

Y así, comenzando en 2012, mientras los medios y los activistas estaban ocupados hallando agujeros en el necio pedido de Mitt Romney de que los inmigrantes ilegales se “auto-deportaran”, Obama convenció a tres cuartos de un millón de ellos a que se auto reportaran al gobierno federal bajo DACA. 

El mensaje para los Soñadores era simple y seductor: ¿Quieren protección? Preséntense. Entréguense a un amistoso agente local de los Servicios de Inmigración y Control de Aduanas, y esos agradables individuos los detendrán, les tomarán las huellas digitales, abrirán un expediente, obtendrán su domicilio donde puedan hallarlos y les permitirán volver a la sociedad con un permiso de trabajo de dos años y una promesa de dejarlos en paz—al menos por el momento. 

Ahora, todos los datos personales están en manos del gobierno de Trump. Y la gente está aterrorizada. 

¿Quién podría haber visto venir este desastre? Casi todo el mundo. 

¿Cuál fue el primer indicio de que los jóvenes indocumentados deberían haber sido más cuidadosos y ni acercarse a la DACA? Fue cuando alguien sonriente se les acercó y dijo: “Hola. Soy del gobierno. Y estoy aquí para ayudarlo.”

Para los Soñadores, ése fue el primer indicio de que debían correr. Si eran realmente tan estadounidenses como dicen ser, deberían haberlo sabido.