[OP-ED[: El nuevo plan de reforma fiscal republicano: ¿exprimir a la clase media para beneficiar a los ricos?
Realizar cambios en el código fiscal nunca ha sido fácil, pero es posible si ambos partidos trabajamos de manera bipartidista en pro de las familias…
Este último año he visitado cada uno de los 67 condados de Pensilvania para conocer a trabajadores, familias de clase media, personas mayores, y dueños de pequeñas empresas. Pensilvania tiene ciudades, zonas urbanas, suburbanas, y rurales. En todas escuché el mismo mensaje: demasiadas familias luchando para poder salir adelante, viendo como sus gastos aumentan mientras sus salarios se quedan igual. El reto económico más grande de nuestra sociedad es reconstruir la clase media, y eso se consigue aumentando los salarios y creando empleos bien pagados, no rebajando los impuestos a los ricos.
El gobierno federal tiene la obligación básica de implementar medidas que trabajen para atacar este reto. Hay iniciativas que el Congreso puede tomar para facilitar el progreso de las familias de clase media, como invertir en infraestructura y mejorar los tratados de comercio que actualmente no ayudan a los trabajadores. Sin embargo, en lugar de trabajar en eso, el Congreso empezó a trabajar en una reforma fiscal que favorece a los más ricos. Hacer cambios en el código fiscal nunca ha sido fácil, pero es posible si ambos partidos trabajamos de manera bipartidista en pro de las familias estadounidenses.
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El propósito de una reforma fiscal debería ser ayudar a personas como las que conocí en los 67 condados de Pensilvania durante el último año. Sin embargo, la propuesta apoyada por el presidente Trump, en lugar de reconstruir la clase media, la destruiría –aumentando los impuestos a las familias trabajadoras, quitándole $1.5 mil millones a Medicaid y Medicare, y concendiendo grandes recortes de impuestos a corporaciones y a los ricos–.
El plan republicano concedería un recorte de impuestos del 1% a las personas que ganan más, cerca de $146.470, en el próximo año. Para poner la cifra en perspectiva, se trata de tres veces más que el salario medio de los residentes de Pensilvania (estimado en $53.600 al año). Alguien que gane un salario mínimo trabajando 40 horas a la semana por 52 semanas tendría que trabajar durante 10 años, sin vacaciones, para ganar la misma cantidad de dinero que este plan concede a los estadounidenses más ricos.
Nuestro sistema de impuestos debería asegurar que todos los residentes de Pensilvania tengan la misma oportunidad de estabilidad financiera en la economía actual. Sin embargo, este plan de reforma fiscal no provee con más estabilidad financiera a las familias trabajadoras que la necesitan, sino que proporciona el 80% de los beneficios al 1% de la población más rica. De la misma manera, este plan Republicano eliminaría las exenciones personales, la deducción de impuestos estatales y locales y perjudicaría a los padres solteros o a los abuelos que están criando a un nieto, al eliminar el estatus de “cabeza de familia”.
En resumen, todos estos cambios lastiman a la clase media y las familias trabajadoras, sacando dinero de sus bolsillos para dárselo a quienes ya tienen una fortuna. Esto no debería sorprendernos ya que sabemos de dónde salieron estas ideas: del liderazgo Republicano en el Congreso y de dos ex-ejecutivos de Wall Street. Después de leer esta propuesta, está claro por qué mis colegas republicanos han elegido hacer esto solos y a escondidas. Les hemos escuchado hablar durante casi una década sobre la responsabilidad fiscal, demandando recortes para programas como la educación en la primera infancia, y ahora defienden un presupuesto que aumentará el déficit en $1.5 mil millones durante los próximos 10 años.
Las familias de Pensilvania, y de todo el país en general, tienen dificultades para salir adelante. Hay quienes desean trabajar a tiempo completo pero sólo encuentran trabajos de media jornada, hay quienes tienen horarios esporádicos y no pueden acceder a un servicio de guardería infantil confiable y asequible. Estos son los principales problemas económicos en los que el Congreso y el presidente deberían concentrarse, en lugar de reducir los impuestos a los ricos.
Espero que mis colegas republicanos abandonen esta propuesta partidista y se pongan a trabajar con los demócratas para estimular la creación de empleo, aumentar los salarios de y facilitar la inversión privada. Una reforma exitosa y duradera no puede lograrse a través de un proceso partidista republicano, a puerta cerrada, impulsado por intereses especiales. El pueblo estadounidense merece una verdadera reforma fiscal que ayude a la clase media.
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