[OP-ED]: Cuando tienen que profundizar, no permitan que sus aparatos los distraigan
No hay nada que los adictos digitales odien más que se les diga que deben prestar más atención a la vida real. En un artículo reciente titulado “It Would Be…
La satisfacción que ella imagina en los que escogen dejar de utilizar aparatos electrónicos es algo así como “Oh, ¿crees que eres mejor que yo? ¿Crees que eres mejor que mirar memes y dar dos golpecitos a las fotos de postres de tus amigos?”
Para ser justos, Ansari ha escrito acerca de la falta de comunicación, la ansiedad y el vacío mental que acarrea el estar atado a un teléfono a todas horas, y lo representado en escena. Su entrevista en GQ no fue un alarde y estimuló varias reflexiones a favor y en contra de abandonar Internet, porque expuso esta importante idea sobre la capacidad de mejorar la concentración que ofrece el papel: “Estoy leyendo unos tres libros en este momento. Estoy poniendo algo en mi mente. Te hace sentir tanto mejor que sólo leer en Internet y no acordarte de nada.”
No es una postura exactamente novedosa.
Años de investigaciones sugirieron varias diferencias entre leer en línea o en forma impresa, muchas de las cuales han favorecido el papel para una mejor comprensión cuando uno se avoca a una “lectura atenta”, es decir, al análisis crítico de un texto.
En verdad, una reciente revisión de unos 800 estudios, de 25 años, sobre el tema concluyó que en edades muy tempranas—y cuando se lee material liviano, superficialmente—el formato no importa demasiado.
Pero cuando es necesario profundizar e ir más allá de familiarizarse con los puntos principales de un texto, particularmente si es largo, el papel es mucho mejor. Ello se debe a la capacidad del cerebro de anclar información en el lugar físico de los conceptos en la página impresa, que la mano manipula mientras los ojos procesan las palabras.
La conexión mano-ojo es importante—muchos estudios consideran que el acto físico de escribir a mano imprime más a fondo la información en el cerebro, al activar regiones cerebrales relacionadas con la retención y el logro de objetivos.
Con respecto a eso, investigaciones publicadas en el número de febrero de 2017 de la Economics of Education Review hallaron que estudiantes de la Academia Militar de Estados Unidos, a quienes se prohibió utilizar aparatos activados por Internet para tomar apuntes en clase, tenían más probabilidades de tener notas más altas en sus exámenes finales que aquellos a quienes se permitió utilizar tabletas y computadoras portátiles.
En su discusión de los puntos a favor y en contra sobre el acceso a la tecnología para los estudiantes del siglo XXI, los investigadores citaron este hecho que no se menciona a menudo: “En las escuelas de Jardín de Infantes al 12 grado, donde los estudiantes normalmente no toman apuntes en las clases, un creciente corpus de investigaciones halló que no hubo un impacto positivo [en los logros de los estudiantes] al expandir el acceso a computadoras o Internet.”
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Se esfuerzan por recalcar que “no sostenemos que todo uso de computadoras en la clase sea perjudicial. Los ejercicios en que las computadoras o las tabletas son utilizadas deliberadamente pueden, de hecho, mejorar el rendimiento de los estudiantes. Nuestros resultados más bien se relacionan a clases en que el uso de las computadoras para tomar notas es optativo.”
En otras palabras, si uno no es meticuloso en el uso específico de una herramienta que puede utilizarse para aprender, arriesga que dicha herramienta se convierta en una distracción.
Simplemente, es más fácil y rápido tomar dictado en una computadora portátil—y chequear los medios sociales cuando hay un descanso—que concentrarse totalmente en la información que se está presentando y después sintetizarla en un resumen propio, por medio de papel y lápiz.
Es posible que las dificultades de nuestra vida moderna—y la política, el rencor y la falsa perfección de Instagram que alimentan nuestras dietas mediáticas diarias—se suavicen con la inyección de dopamina que recibe nuestro cerebro al chequear si nos han llegado mensajes nuevos o locos titulares.
Pero aunque nuestros compañeros electrónicos pueden ayudarnos en nuestras vidas caóticas, también nos distraen de las difíciles tareas que desempeñamos, muchas de las cuales bien valen el costo de perderse un nuevo rápido chequeo de Twitter o de un sitio de noticias.
Adictos digitales, ánimo: No es necesario abandonar Internet para beneficiarse de la reducción en el uso de sus aparatos. Inténtenlo durante unos minutos por día y vean qué pasa. De hecho, en cuanto terminen de leer esta columna, dense el gusto de disfrutar de un poco de silencio.
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