La troika de la tiranía vs la troika del imperialismo
El aspecto más repugnante de lo que pasa por la política de la administración de Trump hacia América Latina es su hipocresía sin fondo.
Donald Trump, el asesor de seguridad nacional John Bolton y el secretario de Estado Mike Pompeo, una amenazadora "troika del imperialismo", intentan justificar con las excusas más ridículas la crueldad sin sentido, la arrogancia y la estupidez que en estos momentos conforman las relaciones de EE. UU. con algunos de sus vecinos al sur de la frontera. Por supuesto, estamos hablando de Venezuela, Cuba y Nicaragua, países soberanos que, independientemente de lo que se piense sobre sus gobiernos, tienen todo el derecho de negarse a obedecer ciegamente las órdenes de Washington y de proteger sus recursos naturales contra los tentáculos de las codiciosas corporaciones internacionales.
En un intento inútil de sonar ingenioso, el insoportablemente denso Bolton ha llamado a esas naciones "la troika de la tiranía" y, junto con Trump, Pompeo, el siniestro Elliott Abrams y el eminentemente dúctil Marco Rubio, utiliza clichés como "restablecer la democracia", "acabar con la dictadura", etc., mientras hace todo lo posible por someter por hambre a la gente de esas naciones y las amenaza repetidamente con una guerra. Pero la cortina de humo no es lo suficientemente espesa como para ocultar sus verdaderas intenciones.
Hasta el momento, sus planes para derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, han fracasado, y ahora la troika imperial tiene a Cuba en la mira. Bolton, cuya hostilidad hacia la isla es bien conocida, anunció en Miami nuevas sanciones contra el pueblo cubano el pasado 17 de abril, supuestamente con el objetivo de forzar un cambio en el liderazgo y el sistema político de la isla.
Sin embargo, la verdad es que después de 60 años de hostilidad y fracaso, Trump, Rubio y el resto del elenco de políticos y burócratas corruptos de Washington saben muy bien que las sanciones no lograrán el "cambio de régimen" del que tanto hablan. Esa no es su verdadera intención. Lo de ellos es una cuestión de crueldad descarnada, una forma de castigar a un país pequeño con un gobierno que no les rinde pleitesía y un pueblo que ha resistido todos los intentos de Washington para subyugarlo y convertirlo en su lacayo. Y en su arrogancia imperial, eso es algo que no pueden perdonar. Llámelo como quiera, pero intentar cobardemente matar de hambre y empobrecer a toda una nación es terrorismo de la peor especie.
No es sorprendente entonces que ni Cuba, ni los cubano-americanos decentes acepten tranquilamente el regreso a las políticas de la Guerra Fría, como deja claro el grupo Cuban Americans for Engagement (CAFE) en su sitio web.
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“Una vez más la administración Trump elige estar del lado incorrecto de la historia, al destruir el legado de Barack Obama, quien promovió una política de acercamiento y diplomacia, a contrapelo de lo que la mayoría de los gobiernos de este país han promulgado. Escoge, por el contrario, perpetuar la ilegitimidad de posturas intervencionistas e irrespetuosas hacia la soberanía y el derecho a la auto-determinación de países vecinos, prestando oídos sordos a los reclamos de una mayoría cubano-americana y norteamericana que apoya el levantamiento del embargo y el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos”.
CAFE respalda sus palabras con acción al hacer circular una petición en forma de carta abierta a Pompeo que lo exhorta a "reconsiderar su posición sobre estos temas y actuar en beneficio de ambos países".
Las voces de los que queremos una política racional hacia Cuba y condenamos cualquier medida que agrave el sufrimiento de los cubanos deben hacerse escuchar con la mayor fuerza posible. Ellos podrán creer lo contrario, pero la "troika del imperialismo" no es la dueña del mundo.
Por favor, firme la petición de CAFE en Change.org.
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