Trump traiciona a los hondureños
Cincuenta mil hondureños, las víctimas más recientes del engaño y la crueldad de su administración, perderán su Estatus de Protección Temporal (TPS) a pesar de…
Donald Trump ha declarado una guerra total contra las familias inmigrantes, y el número de bajas está creciendo exponencialmente. Cincuenta mil hondureños, las víctimas más recientes del engaño y la crueldad de su administración, perderán su Estatus de Protección Temporal (TPS) a pesar de haber vivido en EE. UU. desde 1999.
Es una verdadera guerra e, irónicamente, esta es la primera vez en su vida que Trump ha estado involucrado en algo remotamente asociado con la palabra “guerra”. A pesar de su bravuconería machista, el hecho es que se quedó cómodamente en casa, mientras miles de jóvenes como él luchaban y morían en las selvas de Vietnam. Prefigurando ya cuál sería su modus operandi más adelante en la vida, “el Donald” logró que lo diagnosticaran con espolones en los talones, lo que sirvió de excusa -por ridículo que parezca- para obtener un aplazamiento, uno de los cinco que recibió durante Vietnam. Los otros fueron por educación, lo que suena aún más ridículo.
Por supuesto, perseguir, acosar, encarcelar y mandar a miles de familias indefensas a sufrir violencia, tortura, pobreza y muerte, no requiere mucho coraje del tipo que el joven Trump hubiera necesitado en el sur de Asia, si lo hubiera tenido. Una guerra contra hombres, mujeres y niños indefensos, ese es el tipo de guerra en la que Trump se hace el valiente.
“200,000 salvadoreños, 2,500 nicaragüenses, 45,000 haitianos, 9,000 nepaleses y ahora 50,000 hondureños son las últimas víctimas de la campaña de la administración Trump contra la inmigración legal”, informa Yamily Habib en Al Día News. Tenga en cuenta que Habib especifica que esto es parte de la campaña de Washington contra los inmigrantes legales, que es lo que son los que poseen el TPS.
Todas estas decisiones de la administración Trump son dañinas, pero el caso de Honduras lo es aún más. ¿La razón? El controvertido presidente de la nación centroamericana, Juan Orlando Hernández, vergonzosamente se había lanzado a fondo en demostrar su servil sumisión a los caprichos de Trump, con la esperanza de ganar el favor de Washington. Tanto es así que su país fue uno de solo ocho (junto con Guatemala, Israel, las Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Palaos y Togo) de 193 estados que votaron en diciembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas por la decisión provocadora de Trump de trasladar la embajada de EE. UU. a Jerusalén.
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Fiel al hábito de la administración Trump de mentir desvergonzadamente, la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, quien viajó a Honduras en febrero, le aseguró a Hernández que Washington lo apoyaba completamente. El gobierno del presidente Donald Trump estaba “comprometido” con Hernández y su administración, Haley le dijo a Hernández. Lo agarraron de tonto, por no decir algo peor.
Lamento decirlo, pero en enero, cuando privaron a los salvadoreños de su TPS, alerté a Honduras y Guatemala a no creer en ninguna promesa que Trump pudiera hacer a cambio de su apoyo en la ONU.
“Cualesquiera sean las otras razones por las que se embarcarían en un movimiento tan traicionero, la preocupación más inmediata para Guatemala y Honduras -también devastadas por la pobreza y la violencia- es congraciarse con la administración racista de Trump para evitar la deportación de su gente. Buena suerte con eso”, escribí en ese momento.
La suerte no fue tan buena, y el estafador de la Casa Blanca, para quien la verdad es un concepto tan extraño como los valores, los principios y la compasión, embaucó a González y ahora su gente enfrenta la deportación.
Es por eso por lo que las elecciones de mitad de período del 6 de noviembre son tan importantes. Es por eso por lo que nadie puede quedarse en casa ese día. Es por eso por lo que usted tiene que registrarse para poder ejercer su derecho al voto.
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