En un esfuerzo por despertar más votantes a favor de Joe Biden en el estado de Pensilvania, que es un campo de batalla, el ex presidente Barack Obama estuvo en Filadelfia el 21 de octubre para pronunciar un discurso en los últimos días de la campaña.

Si bien en última instancia fue a favor de su ex compañero de fórmula, Obama no se anduvo con rodeos en la destitución de su sucesor, el presidente Donald Trump.

La atención sanitaria, las cuentas bancarias chinas, los recortes de impuestos para los multimillonarios, el pago de sólo 750 dólares en impuestos, la respuesta a COVID-19, no había nada fuera de la mesa para el ex presidente.

Sin embargo, cuando los temas se reducen, el mensaje de Obama fue simple acerca de los tres años de Trump y el cambio en el cargo - no ha sido un líder.

"No ha mostrado ningún interés en hacer el trabajo, o ayudar a nadie más que a sí mismo y a sus amigos", dijo Obama en una de sus primeras líneas.

Esos "amigos" son ahora jefes de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), el Departamento de Trabajo de EE.UU., el Departamento del Interior, el Departamento de Educación, y la gestión de Medicaid, dijo, antes de afirmar que todos los departamentos han sido destripados mientras el presidente mantenía a los medios de comunicación centrados en su próximo tweet o en la declaración extravagante hecha en una manifestación.

Es con esos tweets y declaraciones que Trump ha construido su pseudo-poder. Obama señaló las mentiras diarias como el agente adormecedor que el presidente usa para mantener ese poder.

Pero como también dijo: "Esas acciones tienen consecuencias".

"El carácter importa", dijo Obama.

Y como la última consecuencia de las acciones de Trump en el cargo, el ex presidente instó a los votantes de Filadelfia y más allá a "no dejar ninguna duda" el 3 de noviembre.

"Tenemos que salir como nunca antes", dijo Obama.

También vinculó esa participación a la falta de cambios en el gobierno y a la frustración de los estadounidenses comunes.

"No sabemos cómo se vería eso", dijo Obama.

En las últimas elecciones, poco más del 60% de los votantes elegibles participaron en el país. Esa tasa se clasificó en segundo lugar en la participación general en las elecciones presidenciales de EE.UU. en los últimos 50 años, según USA Today.

La mayor participación se produjo en la primera campaña de Obama en 2008 contra John McCain, con un 62%.

"El cambio se produce lentamente, no es de la noche a la mañana", dijo. "Votar se trata de mejorar las cosas, no de hacerlas perfectas".

En su campaña para Biden, Obama no se esforzó en presentar los próximos cuatro años como perfectos, pero serán mejores que los últimos cuatro, y eso es un paso en la dirección correcta.