Vivimos en tiempos de incertidumbre, aún más por un presidente mentiroso lleno de odio racial y un virus mortal que paralizó el país.

Sin embargo, para el presidente Trump y su secretario de estado Mike Pompeo, una pandemia que ha matado a más de un millón de personas en el mundo –y una pandemia que la propia administración proyecta que matará 3,000 personas diarias en los EE.UU. para el 1 de junio, según informó el New York Times– no es suficiente para poner las vidas humanas por encima de políticas imperiales crueles y absurdas.

Casi increíblemente, países como Qatar y Sudáfrica, entre otros, que han pedido desesperadamente a Cuba que envíe médicos para ayudar a controlar la pandemia, han sido duramente criticados por Washington. La administración Trump está llevando a cabo una campaña para manchar la reputación de los heroicos médicos cubanos.

"El quid del ataque ha sido pintar el programa como una forma de esclavitud moderna porque los médicos solo reciben aproximadamente una cuarta parte del dinero que los países pagan por sus servicios", escribió Medea Benjamin en Common Dreams. "Pero los profesionales de la salud cubanos se ofrecen como voluntarios para estas tareas: quieren la experiencia, ganan mucho más de lo que ganarían en su país y saben que el resto del dinero se destina a apoyar el sistema nacional de salud de Cuba".

Por cierto, no es como si Estados Unidos enviara médicos para tomar el lugar de los cubanos. La verdad es que mientras Estados Unidos envía soldados para matar, Cuba envía médicos para sanar.

Como dice Carlos Alzugaray, profesor y diplomático cubano: "Es grotesco, inmoral, mezquino, repugnante y despreciable que Estados Unidos persista en su campaña contra la cooperación médica internacional de Cuba".