Un crimen contra la humanidad
No hay límite para la crueldad.
El 20 de mayo, un adolescente guatemalteco de 16 años agonizó durante cuatro horas en el piso de una celda de la Patrulla Fronteriza en Weslaco, Texas, antes de que su compañero de celda lo encontrara muerto. Se llamaba Carlos Hernández Vásquez, y la única razón por la que lo sabemos es que ProPublica obtuvo y dio a conocer un video de vigilancia que muestra sus últimas horas. Carlos es solo uno de al menos seis niños que han muerto bajo custodia de inmigración desde diciembre de 2018.
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El desgarrador video muestra al muchacho inmóvil desde la 1:39 a.m. Había caído al suelo golpeándose la cara 15 minutos antes. Según informes publicados, los registros de la Patrulla Fronteriza dicen que un agente realizó un control a las 2:02 a.m., 4:09 a.m. y 5:05 a.m. pero no entró en la celda a pesar de las fotos policiales que muestran un gran charco de sangre alrededor de la cabeza del joven.
"Para todos los que cubrimos las guerras en Centroamérica y sabemos por qué estos jóvenes huyen de sus países, esta es una declaración de guerra", dijo Susanne Ramírez de Arellano, una veterana periodista que cubrió, entre muchos otros horrores, la masacre de El Mozote en El Salvador. "¿Cómo es esto posible? ¿Cómo? Washington tiene más que manos manchadas de sangre, tiene toda el alma. Esto es asesinato”. Sí, lo es, y ya es hora de comenzar a llamar a los horrores infligidos a los inmigrantes por Donald Trump y su administración corrupta por lo que son realmente.
Y todavía el régimen cruel que arrojó toallas de papel a los puertorriqueños, intenta matar de hambre a Cuba y Venezuela, está detrás del golpe de Estado boliviano, exige a sus acólitos latinoamericanos el fin del programa de médicos cubanos poniendo en peligro la salud de su propio pueblo, etc. etc. se atreve a hablar de derechos humanos. No nos engañemos: esta es una administración de gente mala que nos odian.
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