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Pastor Sammy junto a  dos caras olvidadas de la crisis de la pobreza en América. Foto LBW

Ignorando la pobreza, el desalmado presidente Trump también ignora la grandeza

Abundan los demonios a la hora de aplicar la ley de inmigración.

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De Rittenhouse Square, en el centro de Filadelfia, a los pies de la sede del capitolio del estado, en Trenton, N.J, miles de personas de toda América (y del mundo entero) salieron a la calle la semana pasada para manifestarse en contra de otro nuevo insulto a la dignidad humana por parte de la Administración Trump.

Las protestas - una muestra evidente del poder del pueblo - forzaron al presidente Trump a llevar a cabo una rectificación, histórica y humillante, de su pútrida política de separar a los hijos de sus padres en la frontera del sur.

Trump tuvo que emitir una orden ejecutiva para detener la separación de familias en la frontera- al menos de forma temporal- pero sin comprometerse a reunificar a los niños con sus padres.

A golpe de pluma, nuestro querido presidente dictador hizo lo que en su día declaró en voz alta que no podía ni quería hacer.  Probablemente, el hecho de que Trump rectificase - un acto que debió removerle las entrañas, teniendo en cuenta que se trata de un hombre clínicamente narcisista, conocido por no admitir nunca que sus decisiones son equivocadas - es una confirmación diaria del argumento ampliamente declarado de que le falta un componente humano básico: el alma.

¿Quién, sino un individuo desalmado, podría explotar con tanto descaro la irradiación de tanta miseria, arrancando a bebés del pecho de sus madres por motivos políticos burdos, incluyendo la extorsión de dinero del Congreso para construir su “precioso muro” a lo largo de la frontera sur de los Estados Unidos y animar a su “deplorable” base de votantes?

“Todo el mundo sabe que separar a los niños de sus padres está mal”, dijo Laura Mora, del Latin American Legal and Education Fund, organización con base en N.J, durante la protesta en Trenton.

“La ley no exige que Trump utilice los dólares de nuestros impuestos para traumatizar y criminalizar a estos padres”, dijo Mora . “Siempre ha habido gente llegando a los Estados Unidos para huir de la violencia y la pobreza”.

Días antes de que centenares de personas se reunieran en Rittenhouse Square para protestar por la presencia de Mike Pence- un ser igual de desalmado que Trump-  el vicepresidente de los Estados Unidos, quien se autodefine como ferviente cristiano, participó en el 12º Desayuno-Pregaria Hispano Nacional Anual en Washington D.C.

Y cuatro días después de que Pence atendiera a dicho evento, su organizador, el Rev. Luis Cortes, Jr. de Esperanza en Filadelfia, publicó un comunicado donde condenaba a la Administración Trump por llevar a cabo las prácticas de separación de familias y reclusión de niños, que considera “inmorales y perjudiciales...”

Después de que Trump emitiera la orden ejecutiva para detener la separación de familias- al menos de forma temporal- el Rev. Cortes dijo estar “contento” de que Trump hubiera rectificado su política.

Muchos de los que protestaban contra la indignante política de tolerancia cero con la inmigración se centraron en una realidad que muchos periodistas y medios de comunicación en el Capitol siguen pasando por alto, o no quieren ver: el problema de la pobreza.

Todas esas personas que deciden emprender el largo camino a pie desde países centroamericanos como Guatemala y Honduras hasta América en busca de refugio, lo hacen para huir de la extrema pobreza y de la violencia que ésta genera.

Otra realidad a menudo obviada es el increíble peso que la pobreza ocupa en la mente, cuerpo y espíritu de América, desde Hope Street, en Filadelfia, hasta el East Harlem o las montañas de los Apalaches.

“La guerra contra los pobres es inmoral y asquerosa”, dijo Sammy Arroyo, pastor puertorriqueño de la Iglesia Metodista Unida de Highstown, N.J, en una entrevista durante las protestas en Trenton.

El pastor Sammy fue a las protestas de la Campaña de la Gente Pobre acompañado de dos muchachas que viven con el doloroso dilema de “alquiler o comida”, causado por la enferemedad crónica de su madre.

Sr. Trump: ¡América no puede “volver a ser grande” con tanta pobreza!