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Elizabeth Salcedo Guaracao
Elizabeth Salcedo de Guaracao a la tierna edad de aproximadamente 22 años. (Foto AL DÍA Images/ Foto Cortesía de Albums de Familia)

“#LasCHAVAS”, desde Los Andes… | OP-ED

“Nacido de Mujer,” los Griegos Antiguos solían decir, como también terminó reproduciendo siglos después en la Sagrada Escritura.

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“Nacido de Mujer,” los Griegos Antiguos solían decir, como también terminó reproduciendo siglos después en la Sagrada Escritura.

En mi caso, muy específicamente, “nací de una mujer” — de una bastante fuerte, “una santandereana” (de la Provincia Colombiana de Santander), como he escrito aquí antes.

Su nombre era  Rogelia Calderón de Guaracao, madre de los 9 hermanos en mi familia — siete (7) de ellas mujeres (fuertes, débiles y tiernas también— y solo 2 hombres (3 conmigo), para un gran total de 10.

Hay otra mujer más en mi vida:

Elizabeth S. Guaracao, quien era la Madre de mis dos Hijas, y también de nieta de otra “Santandereana, esta del Norte”, Ana Belén Lázaro Vda. de Salcedo, quien crió 8 hijos  después de su matrimonio con Don Armando Salcedo, a la tierna edad de 16 añitos.

Nosotros —los famosos “varones”— tenemos a veces gran dificultad para “mantenernos AL DÍA” con estos repetidos actos de valentía de que hemos sido testigos a través de los años, mientras crecíamos al lado de las siempre numerosas, y a veces mayores que nosotros, “Las Mujeres en nuestras familias…”

O aquellas otras fuera de ellas, también.

Durante estas pasadas Navidades otra  “Santandereana” —como se llaman a las mujeres de la  Provincia de Santander, en Colombia, como un poderoso adjetivo, allá en las Los Andes de Suramérica– me envió una emocionado mensaje de voz a través de su teléfono mobil, quizá cuando precisamente más lo necesitaba durante esta pasada víspera de Navidad del año 2023.

En ese mensaje pronunciado en terso y tierno idioma Español de Latinoamérica, procedente de los círculos académicos a la que ella pertenece ahora, y donde ella se hizo abogada, esta #Chavela adicional me dijo rápida y emocionadamente, y en menos de 5 segundos:

“El Legado” y “La Memoria de Elizabeth S Guaracao” —mi esposa que murió en el Hospital de la Universidad de Pensilvania, hace solo 8 meses y 11 días en Filadelfia, Estado de Pennsylvania, USA— estará “más viva que nunca” –dijo– en su muy personal perspectiva, allá en esa órbita separada del mundo occidental.

Ella fue la amiga de Elizabeth Guaracao en su infancia, desde el tiempo en que ellas asistían juntas a la Escuela Dominical de su Iglesia, cuando Elizabeth G. era una mujer muy joven, tan solo en sus 20 años (como aparece en la foto que acompaña esta modesta nota en su honor).

‘Eliza’, esa otra  “#Chava de Los Andes”, ahora tiene un diploma de Abogada, y está ocupada en una práctica profesional a sus 40 y pico de años, defendiendo a los humildes mientras al

mismo tiempo enseña a otros acerca de sus causas sociales o derechos de familia, en diversas instituciones educativas.

Criados como fuimos algunos de nosotros por ese tipo de carácter femenino, algunos sabemos bien muy bien qué significa ese… “más viva que nunca…”.

Sobra decir que estos pasados 8 meses y medio que han pasado han sido los más exigentes y dignificantes de todas nuestras vidas —las de nuestras dos hijas, Gabriela Andrea y Anna Felicia, como lo ha sido por supuesto para mí— después del deceso de su madre, ElizabethsG., quien fue también mi esposa y compañera por 36 años.

Algunos de Uds todavía recordarán que ocurrió una mañana, muy temprano en la alborada del día 10 de Abril, del 2023 —técnicamemte todavía el  Día de Resurrección de La Semana Santa pasada— bajo la supervisión de un muy completo equipo de profesional médico y paramédico del Hospital Universitario de UPenn, en nuestra ciudad adoptiva de Filadelfia

Elizabeth —”#Chava” en nuestra casa, y  “#Chavela” en el lado paterno de su propia familia—  era más que el alma en nuestro hogar donde nuestras hijas crecieron desde el día que nacieron, o que como bebés aprendieron a caminar sostenidas por las manos de ElizabethsG., o las mías.

Ella era también la presencia fuerte en el trabajo, no solo en la administración de AL DÍA, y algunas veces —sin ser su especialidad— en la propia Sala de Redacción, donde varias generaciones de Ex-Alumnos la vieron y aprendieron de ella, y sorpresivamente concurrieron de regreso el Día del Servicio Funeral en la “First Presbyterian Church of Philadelphia,” el pasado 20 de abril del 2023.

Aquellos que se convirtieron en “los conocidos de Elizabeth” durante su vida entera —penosamente acortada a sus 67 años— recuerdan su habilidad extraordinaria en el teclado de su computadora, en su escritorio de CPA o Contadora empírica, o en el propio despacho de contralora de la compañía, o del hogar, trabajando en escritorio de su oficina privada, o en su hogar, en el impenetrable mesón o la estufa o refrigerador de su cocina, donde era ella era Ama Absoluta, como en la  silla a veces vacía de su asistente de “cuentas por cobrar y cuentas por pagar”.

Y también en el muy necesario “departamento de buen humor de la empresa”, a los que todos concurríamos con frecuencia en medio de los inevitables roces durante “La Danza de las

Horas”, desde 8:30 de la mañana a 5:30 de la tarde, nuestro horario oficial en la compañía, o en nuestra Fundación, todas las santas semanas del año, 52 en total, de los inexorable Lunes a Viernes.

O algunas veces tomándose una pausa para ir a su cocina, tanto en la Oficina, o en nuestro Hogar, donde ella era “Jefa insobornable, inobjetable e inapelable.”

O fuera para preparar una comida casera, y caliente, en el caso de ella “para todo el equipo,” a quien ella misma servía en platos desechables, desde el puro principio hasta la misma semana última de estar físicamente entre nosotros, en la Primavera pasada.

Pero muy pocos saben que más era ella para todos —su familia y su equipo de trabajo inmediato y real— hasta el pasado 6 de Abril del 2023.

Quizá muy tranquila, sin pretensiones de grandeza, de bajo perfil —como su personalidad se lo dictó hasta el mismo último momento de su vida—  ella era “firme como una roca”, sólida como un Faro, pero enorme en el ejercicio de la Prudencia.

Virtudes fundamentales que guiaron, e impulsaron, a sus hijas en casa.

Y a cada uno de los compañeros de trabajo que lo necesitaban, en la misma oficina en la calle Market de Filadelfia, o en la calle 5 del Norte de la ciudad, en uno de sus vecindarios más diversos, donde nació nuestra empresa, en la misma sala de nuestra humilde casa/apartamento en una “duplex” del vecindario.

Hablando cara a cara frente a ellos, o hablando cortés pero firmemente en la tradicional linea telefónica que ella aprendió a manejar, casi adolescente, en la oficina de un gobernador de provincia, en su país natal.

La sugerencia —firme o no, gentil o no— era la misma para todos:

Aspirar a ser “lo mejor que cada uno puede ser”, hacer “siempre lo correcto”, usando los talentos otorgados a todos por la Divina Providencia, distribuídos a cada uno de manera equitativa.

El Reverendo Luis Cortés, fundador y CEO de Nueva Esperanza, y un amigo desde los primeros días de AL DÍA, vino a visitar a Elizabeth en su lecho de muerte en la sección de cuidados intensivos del Hospital de la Universidad de Pensilvania, junto a su querida esposa Damaris Cortés

(Como igualmente lo hizo su contemporaneo, el abogado y Juez [r] Nelson Díaz, y su esposa Sara Manzano-Díaz, el día siguiente..)

…Cuando ellos, todos Elders ante Elizabeth, nuestras hijas y yo, me murmuraron al oído la inevitable pregunta de, “cómo se siente Ud.”, la respuesta bajo pronto de mi cerebro a mis labios:

Se siente como si mi brazo derecho hubiese sido cortado de un tajo, Hermano…

–"Se siente como si mi brazo derecho hubiese sido cortado de un tajo, Hermano…”

–”Lo sé,” ambos coincidieron, palabras más, palabras menos.

Como otros tres (3) clérigos que acudieron y se aparecieron casi sin pedir cita en la Unidad “ICU”  del  Hospital de la University of Pensilvania, la semana fatídica comprendida entre el 10 de Abril al 20 de Abril, del  año 2023 —en medio del famoso “April 15th del IRS”— cuando la familia inmediata estuvo congregada “24/7” alrededor de la cama de recuperación, en la mundialmente prestigiosa  de Salud donde el cuerpo sereno de Elizabeth se mantuvo artificialmente con vida después sufrir “dos (2) consecutivas fallas cardíacas,” según el reporte médico y parte oficial.

Todos los contados visitantes n la misma generosa promesa, antes de volver la espalda y marcharse pronto, de vuelta a sus propias familias:

—”Oraremos por Usted… ”

Muchos de Uds. (lo sé, y a veces también lo siento..) lo han estado haciendo, orando durante esta temporada de oración en casi todas las religiones del mundo.

Hoy es la Víspera de Año Nuevo 2024, y en este “guayabo” del ruido, los afanes, y las comilonas de las fiestas de fin de año, y mientras el Año Nuevo se perfila en el Horizonte con sus inmensas responsabilidades (en mi caso personal, después de casi 9 meses de sana reflexión), aquí les puedo testificar (si puedo) que “Las Oraciones, también cuentan,” y tiene su efecto físico, y aún fisiológico entre los vivos.

Contrario a lo que se diga en el sentido opuesto, yo, Hernán G.C., estoy muy, MUY agradecido— primero por nuestras hijas Gabrielita y Anita, y por supuesto por la familia aún más numerosa de la familia de sangre y/o política.

Y más allá, de los amigos, y “los amigos de los amigos” que aún me resta por conocer.

Feliz Año 2024 a Todos.

 

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