Lamento desilusionar a sus detractores, pero Donald Trump no es un emperador desnudo. Él tiene ropa, aunque le quede como a un Cristo dos pistolas.

Sus fotos junto a la Reina durante su reciente visita a Inglaterra, vistiendo un smoking extrañamente desproporcionado, y su negación de la existencia de 100,000 londinenses que protestaban por su visita, deberían haber disipado cualquier duda sobre la urgencia de que se someta a tratamiento psiquiátrico.

Solo pensar que este individuo trastornado tiene poder de vida o muerte sobre la humanidad le quita el sueño a cualquiera. Como alguien tuiteó, ¿cómo puede una persona tener acceso a los códigos nucleares, pero no a un sastre?

Sin embargo, eso es sólo una parte del problema. Un psiquiatra no puede curar la falta de compasión, el racismo, la ignorancia y la arrogancia de Trump. Se ha rodeado de otros como él, dispuestos a llegar a cualquier extremo para satisfacer su codicia y mantener el poder. Increíblemente, se están saliendo con la suya.

Son guapos de cafetín y como tales, abusan de los débiles. La semana pasada anunciaron que reducirán la ayuda a los centros donde se detiene a los niños migrantes no acompañados. Como informó el Miami Herald, los niños “ya no tendrán tiempo de recreo, ni tendrán acceso a ningún tipo de educación. De acuerdo con la Oficina de Reasentamiento de Refugiados, ya no recibirán asistencia legal." Incluso admitieron que los niños, seis de los cuales han muerto en los últimos meses, tendrán que permanecer en sus habitaciones todo el tiempo.

"Hemos caído a un nivel tan bajo que no creía que fuera posible en este país", dijo a The Herald Alberto Carvalho, superintendente de las escuelas de Miami-Dade.

Y todavía tienen el descaro de criticar a Venezuela y Cuba.