La normalidad post-pandemia: una seguidilla de malas noticias
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La crisis económica detonada por la pandemia del Coronavirus no sólo ha obligado a millones de personas a enfrentar una vida entre cuatro paredes, sino que ahora promete condenar a muchos otros a quedarse sin techo.
Alrededor de seis millones y medio de personas han presentado una solicitud de desempleo en el país, y muchos se han visto en la difícil posición de escoger entre tratamiento médico y el pago del alquiler.
Desde nuestra sala editorial nos vemos en la difícil decisión diaria de escarbar la realidad para dar alguna buena noticia a nuestros lectores, fallando cada vez en el intento, cuando el muro de la realidad nos golpea de frente.
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No podemos evitar preguntarnos si esta situación es circunstancial o si existirá alguna “normalidad” después de la pandemia. Mientras tanto, nuestro compromiso con la noticia, con la historia, y con la realidad de nuestra comunidad, se mantiene intacta.
Es por ello que en esta edición le damos voz a los miembros de nuestra comunidad que buscan la manera de resolver un problema con raíces mucho más profundas.
Esta es, definitivamente, la pandemia de la desigualdad.
Mientras políticos y cabilderos buscan por todos los medios inyectar el dinero de los contribuyentes a megaindustrias, el ciudadano común sigue temiendo no tener dónde dormir al día siguiente.
Y cada mañana, con cada desayuno, la vida se transforma en eso: en una seguidilla de malas noticias. Sin embargo, y como nuestra historia lo muestra, hay quienes salen a la calle, se organizan y buscan soluciones, ya no en nombre de sus familias, sino de todo un país que parece finalmente cansado de un sistema caduco, y sin signos vitales.
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