Inclusión laboral de personas con discapacidad, desafío mundial | OP-ED
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Seguimos juzgando a los demás según como los vemos, por lo que culturalmente hemos aprendido que está bien o normal. No hemos avanzado en la aceptación del otro, en asimilar la diversidad como algo positivo que enriquece a la sociedad, como una oportunidad de desarrollo constante y sostenible.
Pareciera que estamos ciegos ante la realidad de que, en diferentes etapas de la vida, todos tendremos o hemos tenido una discapacidad y que la opinión errada que tenemos de la discapacidad puede incapacitar al otro.
En esta realidad, son escasas las oportunidades laborales y grande la brecha entre unos y otros. Según cifras oficiales de Colombia, durante el trimestre abril-junio de 2022, la tasa global de participación (TGP) de la población con discapacidad fue de 24,4%, en comparación el 66% de la población sin discapacidad. Además, diferentes estudios muestran que los salarios de personas con discapacidad suelen ser inferiores hasta en el 40%.
Los esfuerzos de algunos países por incluir a personas con discapacidad de una manera digna con derechos y deberes son relevantes y son una puerta de entendimiento entre la sociedad y el sector empresarial. Sin embargo, las brechas de inclusión siguen siendo importantes, especialmente en América Latina, donde la incorporación de personas con discapacidad ha sido lenta.
Son necesarias, pero no suficientes, leyes y beneficios tributarios para la inclusión de dichas personas, si no están unidas a una estrategia de sensibilización, capacitación, análisis de perfiles e información confiable para que las medidas que se tomen no lleven a mayor rechazo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 15% de la población mundial tiene discapacidad y, en muy alto porcentaje, no tienen un nivel educativo satisfactorio que los ayude a incorporarse al mundo laboral y ser autosuficientes. Por lo tanto, iniciar su inclusión en la educación sería un avance indispensable para cerrar la brecha laboral.
Como lo hemos planteado en otros artículos, la inclusión de las personas con discapacidad implica centrarse en las habilidades de cada individuo, para orientarlos hacia el sector productivo, con formación permanente que asegure su continuidad y crecimiento, como lo necesitamos todos sin importar condición y contexto.
Diferentes investigaciones aseguran que las empresas que cumplan con los crecimientos proyectados serán las que tengan líderes incluyentes. Además, la diversidad de personas en las empresas será una oportunidad de negocio, entendiendo las necesidades y los productos que requiere la sociedad.
Por eso, así sea por razones de productividad, ¿no debería ser una reflexión profunda dentro de cada organización incluir a personas con discapacidad?
En países como Colombia, los esfuerzos se han enfocado en incentivar la generación de empleo para este grupo de personas, con beneficios tributarios y priorización para adjudicación de contratos con el Estado. Pero, son esfuerzos aislados que no impactan contundentemente las prácticas sociales para una verdadera y satisfactoria inclusión.
Bien lo decía el profesor Stephen W. Hawking, que tuvo privilegios en educación que le aseguraron una vida digna, que los gobiernos no podrán seguir ignorando a los millones de personas con discapacidad y deberían procurar su acceso, en condiciones dignas e igualitarias, a la salud, la rehabilitación, la educación y el empleo, dándoles a todos la oportunidad de triunfar. No es suficiente imponer la vinculación de personas con discapacidad sin asegurarles un entorno favorable en condiciones igualitarias.
Desde el ‘Informe mundial sobre la discapacidad’, del 2011, se hizo un llamado urgente a la inclusión de las personas con discapacidad en temas básicos, como su dignidad en la calidad de su vida cotidiana. En el 2019, la publicación de la Fundación ONCE y la Red Mundial de Empresas y Discapacidad de la OIT, fruto del proyecto cofinanciado por el Fondo Social Europeo, afirmó que los cambios vertiginosos que han llevado a una economía digital y que han impactado drásticamente los entornos laborales, generan un nuevo desafío: incluir a todos en el proceso digital, contemplando también a más de mil millones de personas con discapacidad en el mundo, explícitamente contemplados en la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que compromete a todos los Estados miembros de la ONU.
Desde la realidad de cada contexto, la inclusión laboral de las personas con discapacidad, sin duda alguna, parte desde la reflexión de cada individuo por aceptar las diferencias del otro y entender que discapacidad no es igual a incapacidad. Podríamos partir de hacer un esfuerzo sencillo en nuestro lenguaje y no llamar a una persona con cierta condición como discapacitado. Podríamos entender que la discapacidad es una condición de todos los seres humanos y que su inclusión es la suma de todas las voluntades para hacer una sociedad más civilizada.
(*) Doctora en Pedagogía. Rectora de la Escuela Colombiana de Rehabilitación (ECR). goe.rojas@ecr.edu.co
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