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Es hora de bajar los precios de los medicamentos para nuestros mayores | OP-ED

Durante años, las grandes farmacéuticas han subido los precios sin que haya ninguna forma efectiva de detenerlos.

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Hoy pagamos más por casi todo, desde los alimentos hasta la gasolina y la vivienda. A medida que la inflación alcanza su nivel más alto en 40 años —solo el año pasado aumentó 7%—, los estadounidenses se preguntan qué puede hacer el Congreso para ayudarles a pagar lo esencial para cubrir sus necesidades.

Para las personas mayores, el problema de la inflación se ve agravado por el constante aumento del precio de los medicamentos recetados. Durante años, dicho aumento ha eclipsado incluso las tasas más altas de la inflación general. Si los precios al consumidor hubieran subido tan rápido como los precios de los medicamentos en los últimos 15 años, la gasolina costaría hoy 12,20 dólares el galón, y la leche, 13 dólares el galón. 

A principios de este año, las grandes farmacéuticas aumentaron los precios de 800 medicamentos y han aplicado aumentos similares durante décadas, ante la ausencia de una forma eficaz para impedir que estafen a los adultos mayores. Todos los días oímos en Pensilvania que se ven obligados a elegir entre pagar los medicamentos que necesitan o pagar otros productos esenciales, como la comida y la calefacción. El Congreso ha prometido durante años reducir el precio de los medicamentos con receta. Para cualquier senador preocupado por la inflación, la reducción de los precios de los medicamentos debería ser la prioridad en su lista de tareas. Con la inflación en niveles récord, necesitamos que cumplan esa promesa ¡AHORA!

A diferencia de casi todos los demás países del mundo desarrollado, en Estados Unidos las empresas farmacéuticas pueden eludir las negociaciones sobre los medicamentos de marca y vender sus productos a precios inflados —un costo que pagan las personas mayores y el gobierno federal—. Es indignante que en este país se vean obligados a pagar tres veces más por los mismos medicamentos que los habitantes de otros países.

Especialmente porque existe un apoyo bipartidista de larga data para permitir que Medicare negocie con las compañías farmacéuticas para obtener precios más bajos. Cada año, Medicare gasta más de 135.000 millones de dólares en medicamentos recetados, pues la ley le prohíbe utilizar su poder de compra para negociar con las compañías farmacéuticas. Darle ese poder les ahorraría a los consumidores cientos de miles de millones de dólares. Así es, miles de millones.

El Senado de Estados Unidos tiene una oportunidad histórica para finalmente reducir los precios de los medicamentos recetados y brindar un necesario alivio a las personas mayores en Pensilvania. Nunca habrá un mejor momento para cumplir con su promesa de ajustar los precios de los medicamentos de forma más justa. 

Para los adultos mayores, que toman un promedio de cuatro o cinco medicamentos al mes y tienen un ingreso medio de menos de 30.000 dólares, la falta de acción del Congreso es desmesurada. Washington no puede permitir que las grandes farmacéuticas sigan estafando a nuestros mayores.

Y las personas mayores de Estados Unidos no son las únicas que se juegan la vida. La reducción de los precios de los medicamentos recetados también le ahorraría al Gobierno cientos de miles de millones de dólares. La Oficina Presupuestaria del Congreso, que no es partidista, calcula que las últimas disposiciones sobre los precios de los medicamentos aprobadas por la Cámara ahorrarían 297.000 millones de dólares en 10 años. Incluye 84.000 millones de reembolsos pagados por el aumento excesivo de los precios y 79.000 millones de dólares por permitir a Medicare negociar los precios de los medicamentos.

Las familias estadounidenses no pueden permitirse dejar ese dinero sobre la mesa. Las grandes farmacéuticas llevan mucho tiempo abusando de los bolsillos de los ancianos y esta es la oportunidad del Senado para arreglar el sistema injusto que está amañado contra los estadounidenses. 

Haremos saber a nuestros casi 38 millones de miembros en todo el país, incluidos los 1,8 millones de Pensilvania, si el Senado hace lo correcto y finalmente vota para reducir los precios de los medicamentos recetados, o permite que las grandes farmacéuticas ganen una vez más. ¡Es hora de actuar!

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