El estrés por cumplir las metas | OP-ED
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Por estos días, organizaciones y personas hacen balances de lo sucedido con sus propósitos para este año, cuando ya ha transcurrido el 25 por ciento del tiempo. Ocurre que el tiempo se vuelve una presión indudable en medio de variables que se convierten en obstáculos. En la otra cara de la moneda están los logros ya alcanzados y el camino recorrido.
La planeación a corto plazo, que se empieza a programar desde agosto o septiembre, tiene varios factores que pesan sobre sus resultados. Uno está asociado a la proyección financiera, que tiene en cuenta las cifras históricas, pero también la proyección de lo que se aspira a lograr. Este aspecto tiene imprevistos económicos como los riesgos inflacionarios o las devaluaciones de la moneda local. En la vida real, se vuelve un elemento de alta preocupación porque, de presentarse, pone en riesgo lo proyectado. Tiene una fuerte incidencia organizacional.
En el ranking de los países más felices del mundo, Finlandia, Dinamarca e Islandia ocupan los tres primeros puestos. No es sorpresivo, ya que es el resultado de un sistema educativo idóneo, de una planeación y ejecución de un mejor estilo de vida desde lo personal. Claro está que no todos los países cuentan con esta estructura y hay otras variables que pueden afectar la obtención de estos resultados.
El sector educativo privado en América Latina, por ejemplo, recibe un impacto grande por las consecuencias en los costos de todo orden que, en buena medida, se reflejan en el valor de las matrículas y en las buenas intenciones de mejorar la infraestructura o de emprender proyectos que suban la calidad.
En el plano personal y familiar, la inflación afecta la economía familiar, que tiene en la estabilidad laboral otra circunstancia imprevisible. Se espera que la inflación mundial, que alcanzó en 2022 un máximo de varias décadas en torno al 9 %, se reduzca al 6,5 % este año, aunque seguirá siendo elevada.
Que algún miembro de la familia pierda el empleo tiene consecuencias graves por la incertidumbre que genera y porque rompe lo previsto, que nunca considera el pesimismo. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el desempleo total probablemente alcanzará a 208 millones de personas, lo que corresponde a una tasa de desempleo del 5,8 % para este año. Es un golpe a los sueños.
Otro factor para que el estrés aflore por estos días cuando los resultados esperados no se dan, tiene relación con las demoras en la implementación de proyectos que deberían estar en una fase X al finalizar los tres primeros meses del año. Por eso se dice que ‘el papel aguanta todo’. Una cosa es calcular un tiempo determinado pensando en las ganas de poner a andar un proyecto y otra que el recurso humano no sea suficiente para lograrlo. Por supuesto. Las instituciones tienen más de un propósito anual y no todos avanzan al mismo ritmo. Menos cuando se está incursionando en terrenos nuevos.
Ocurre en el plano personal. ¿Quién ha empezado infructuosamente una dieta o un proyecto de capacitación o una rutina de ejercicio? ¿Y quiénes han perdido rápidamente el interés? Muchos. Según un estudio de la Universidad de Scranton, en Estados Unidos, solo el 8 % de las personas cumplen sus propósitos al finalizar el año. Tal vez nos comprometemos con misiones en las que no tenemos el pleno convencimiento o la suficiente misión para no desertar ante el primer obstáculo. Pasa además por la falta de perseverancia, una actitud que muchos ponen a prueba y que en el largo plazo da sus frutos.
En las organizaciones se puede contar con herramientas y recursos para hacer un seguimiento juicioso del avance de los proyectos y poder parar la ejecución a tiempo e impedir efectos nocivos para la empresa. Y ocurre. El nivel de frustración institucional se administra de otra manera cuando se ha hecho una planeación responsable.
La situación es diferente cuando a estas alturas del año todo marcha como estaba previsto. No se puede bajar la guardia, sino seguir firmes para que el balance en diciembre sea igual o mejor de lo proyectado.
De todas maneras, siempre habrá que tener los pies sobre la tierra y estar preparados para tomar decisiones eficaces ante lo imprevisto.
(*) Doctora en Pedagogía. Rectora de la Escuela Colombiana de Rehabilitación (ECR). goe.rojas@ecr.edu.co
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