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El complot contra Haití
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El complot contra Haití | OP-ED

Hay propuestas para ayudarles a los haitianos a salir de la crisis histórica de pobreza y corrupción. Pero no van más allá de las palabras.

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El 7 de julio de 2021, un grupo de mercenarios se tomó la residencia del presidente haitiano Jovenel Moise y lo asesinaron. Los detalles de lo ocurrido bien podrían hacer parte de un guion cinematográfico. Se preparó en Florida, se contrataron los mercenarios en Colombia y emplearon la noche para ejecutar el ataque.

El magnicidio profundizó la crítica situación del país más pobre del Hemisferio Occidental. Ocupa el puesto 170, entre 189 países, en el Índice de Desarrollo Humano. Diecinueve meses después se siguen conociendo detalles de la acción, que involucra a 21 exmilitares colombianos, tres de los cuales murieron esa noche.

En estos días, cuatro de los detenidos en Puerto Príncipe por el crimen fueron enviados a Estados Unidos para ser juzgados en el Distrito Sur de Florida. Se trata de tres haitianos con nacionalidad americana y un colombiano que dirigía al grupo de mercenarios. También hay otros tres acusados: dos haitianos y otro exmilitar colombiano.

El colombiano que dirigió a los mercenarios y que está en poder de la justicia de Estados Unidos es el excoronel Germán Rivera, quien declaró que todos los que participaron en la operación sabían a lo que iban, en contravía de la versión de la mayoría de los colombianos involucrados, que aseguran que ignoraban que el propósito era asesinar al presidente. 

Al margen de los detalles sobre los motivos, cómo se preparó y ejecutó el asesinato de Moise y las amenazas contra los cinco jueces haitianos que han estado a cargo de la investigación, lo que queda claro es que la población haitiana sigue a expensas de quienes quieran hacerle daño desde diferentes frentes, de las bandas armadas y de la corrupción. 

Haití es un estado fallido y su población sigue marcando vergonzosos indicadores de miseria y hambre. Sigue el complot político, social y económico contra el país. Está a la deriva sin el apoyo real y efectivo de otros países del continente, pese al llamado del gobierno a Naciones Unidas para que ayude. 

El pasado 24 de enero, el embajador de Estados Unidos en la ONU, Robert Wood, ratificó ante el Consejo de Seguridad que “sigue trabajando para abordar la crisis humanitaria de Haití, así como la situación de inseguridad, y para apoyar los esfuerzos que impulsa Haití orientados a facilitar las condiciones políticas que conducirían a que haya elecciones libres y justas”.

En el mismo escenario, República Dominicana, que tiene frontera con Haití, manifestó su preocupación. El Ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Álvarez, expresó que “estamos dispuestos a seguir jugando un rol de buena vecindad. Pero nuestro involucramiento sería muy distinto si existiera el apoyo concreto de la comunidad internacional para restaurar la paz y la seguridad en Haití”.

El secretario general de la ONU, António Guterres, señaló que “es urgente desplegar una fuerza armada internacional especializada” en Haití. Pero, en el Consejo de Seguridad, no solo desde ahora, no hay consenso sobre esta medida.

En octubre pasado, en el Consejo de Seguridad se escuchó la voz de Jean Victor Geneus, el canciller haitiano, quien en una frase resumió lo que ocurre en su país: “Tengo la delicada misión de llevar ante el Consejo de Seguridad el grito de angustia de todo un pueblo que sufre y decir en voz alta e inteligible que los haitianos no viven, sobreviven".

¿Quién salvará a los haitianos?

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