¿Cuándo somos esenciales?
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La pandemia del Coronavirus ha dejado en entredicho que, en tiempos de crisis, el triaje social es inevitable.
De la noche a la mañana, la labor de algunos era más esencial que la de otros; las necesidades de muchos podían ser pasadas por alto y a muchos otros se les exigía nada menos que el sacrificio.
No hablamos sólo de médicos, enfermeros y personal de la salud, sino también de repartidores, agricultores, trabajadores de planta, cajeros y muchos otros, sin quienes el país sencillamente no podría salir adelante.
Sin embargo, ellos también debieron pagar el precio de la paradoja social en el país: eres esencial en tu trabajo, pero tus derechos no lo son tanto.
Millones de inmigrantes, Dreamers y trabajadores indocumentados siguen en la primera línea de esta emergencia, a pesar de que el gobierno les ignore en los paquetes de estímulo federales, y la mayor parte de los empleados en la comunidad de la salud necesitan más de un salario para asegurar un techo sobre la cabeza de sus familias.
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Es por ello que historias como la de Daisy Lara son las que deberían estar en la primera plana de todos los medios: mujeres, Latinas, que se han abierto un camino profesional, que han roto con el prejuicio de la profesión y que hoy por hoy forman parte de esos primeros soldados en el frente de esta crisis de salud pública.
Y esta es una historia de patriotismo, como no se había visto en décadas.
Hace una semana, los medios reportaban que el Coronavirus ha matado a más estadounidenses que los fallecidos en la guerra de Vietnam; al igual que en aquél entonces, son los afroamericanos y los latinos los primeros en morir en el frente.
Pareciera entonces que, aunque la pandemia pase, las reglas del juego permanecerán intactas.
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