Cuando rezar no es suficiente
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Estos días, el papa Francisco debería estar haciendo algo más que rezar.
Especialmente si sigue el consejo del poeta español Antonio Machado, quien decía que hay momentos extremos en la vida, tan catastróficos y sin esperanza, "que de nada nos sirve rezar" (pues incluso la oración se vuelve ineficaz).
Escuchar al fiscal general del estado de Pensilvania, Josh Shapiro, quien no duda de que su oficina será implacable en sus continuas investigaciones de casos de abuso contra niños, brindar al público una línea telefónica para llamar y denunciar esas acciones, debería ser algo suficientemente serio para los líderes católicos, de aquí a Roma.
Una llamada a la acción para salvar a la institución de una mayor erosión de la fe, ahora "en tiempo prestado", como un residente de Filadelfia, que sufrió los abusos de un sacerdote en su Chile natal, lo describió recientemente.
Un gran jurado descubrió miles de casos en el estado de Pensilvania y las víctimas identificaron a cerca de 300 sacerdotes como autores del crimen más espantoso que un hombre vestido con hábito puede cometer: el abuso sexual de un menor, traumatizado de por vida como consecuencia de tan cruel abuso de poder.
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Imagine el dolor de un padre católico que confió a su amada institución a sus propios hijos para que los guiara y cuidara, solo para ser infligidos de tal humillación por aquellos que administran la comunión en el altar.
"Ustedes son los médicos del alma y, sin embargo, salvo en raras excepciones, han sido transformados, en algunos casos, en asesinos del alma, en asesinos de la fe", dijo un superviviente de estos abusos hace dos semanas en Roma, durante la cumbre organizada por el papa Francisco para escuchar a las víctimas, según reportó NPR.
Juan Carlos Cruz, un chileno que ahora vive en Filadelfia y fue víctima del sacerdote chileno Fernando Karadima, lo expresó de esta manera ante la prestigiosa organización nacional de noticias:
"Violar a un niño ha sido un crimen en el siglo I, en la Edad Media, ahora y lo será en el futuro (...) No encuentro ninguna excusa para no cambiar radicalmente, porque en este momento, la Iglesia está en tiempo prestado".
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