Cuando AL DÍA pasó a ser semanal
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Las primeras dos, o quizás tres, ediciones de AL DÍA se imprimieron en formato de boletín informativo (8,5 pulgadas por 11 pulgadas), siendo mucho más fáciles de proyectar en la pantalla de una computadora, de obtener contenido rápido para rellenarlas y de imprimirlas en una impresora láser directamente en una sola pasada.
Fueron ocho páginas que yo mismo armé con energía cada tarde y por la mañana temprano antes de acudir a un trabajo que finalmente pude conseguir gracias a mi amiga Alba Martínez, entonces directora ejecutiva del Congreso de Latinos Unidos.
Después de mi intento fallido de conseguir un puesto de redactor en el Philadelphia Daily News, donde ella era columnista y que facilitó que pudiera enviar mi currículum, me conformé con ser su asistente de investigación en el programa de SIDA del Congreso.
Tras dejar a mi hija en la escuela primaria de Olney, conducía por 2nd Street desde Roosevelt Boulevard hasta Girard, donde estaba el programa de SIDA.
El salario que ganaba allí y el de mi esposa Elizabeth, en Cardone Industries, eran suficientes para pagar nuestros gastos:
Alquiler, comida, ropa y una nueva factura: la de Park Printing, donde Don Reed —senior y junior, padre e hijo— estaba encantado de imprimir Colombia AL DIA siempre y cuando pudiéramos pagar la factura por anticipado.
Los comerciantes a los que llevaba la publicación eran en su mayoría de origen colombiano y las noticias que publicábamos estaban relacionadas con su país de origen, Colombia, de donde yo mismo llegué en 1988.
Recuerdo que dedicamos la portada de la primera edición a la celebración del Día de la Independencia de Colombia en Filadelfia. La ilustramos con una foto de una pareja bailando en una fiesta organizada en el Club Alemán, en el noreste de Filadelfia
Recuerdo que dedicamos la portada de la primera edición a la celebración del Día de la Independencia de Colombia en Filadelfia. La ilustramos con una foto de una pareja bailando en una fiesta organizada en el Club Alemán, en el noreste de Filadelfia, por Arturo Suárez, expropietario de un club nocturno en 5th Street, que solía realizar el encuentro todos los años.
Esa primera edición se ha perdido para siempre, imposible de encontrar en nuestros archivos, y en los archivos de las personas que obtuvieron un ejemplar en 1992. Pero recuerdo claramente la portada de esa primera edición de AL DÍA con una imagen que yo mismo tomé de una amable caleña (una jovencita de Cali, Colombia) resaltando sobre el papel satinado.
Publiqué dos o tres ediciones más, todos los meses, como editor a tiempo parcial, hasta que me di cuenta de que la palabra "Colombia" en la cabecera no me llevaría muy lejos, dado el reducido tamaño de la comunidad colombiana en la ciudad. Además de eso, los bromistas de turno empezaban a llamar a la publicación Colombia AL MES, en lugar de Colombia AL DÍA, debido al lento ritmo de publicación.
Tomé dos decisiones comerciales a la vez: quitar la palabra "Colombia" del encabezado, titulando la publicación simplemente AL DÍA, y pasar del formato de boletín informativo a formato tabloide de periódico por otra simple razón comercial: Imprimir mil copias de las ocho páginas del boletín tenía casi el mismo precio que imprimir un periódico con pestañas, 16 páginas y 3.000 copias.
No tenía idea de lo que significaría la expansión. Lo único que veía en ese momento era que tendría más espacio para escribir historias y más espacio para acomodar a los anunciantes que aún no teníamos. El cambio significó muchas más horas de trabajo, incluidas varias noches sin dormir para terminar los últimos detalles y tenerlo todo listo antes de la fecha límite.
Pero lo logramos y pasé a ser el orgulloso editor de un periódico del tamaño de un tabloide rebautizado simplemente como AL DÍA. Se publicaba no una vez al mes, sino cada dos semanas, duplicando nuevamente las posibilidades, aunque también las horas que pasaba frente a la computadora o inclinado sobre la caja de luz para armarlo todo.
Un joven vendedor que había venido a mi rescate para ayudarme a contratar publicidad me obligó a dar mi siguiente paso comercial: Pasar de ser un tabloide en blanco y negro que se imprimía dos veces al mes a un periódico semanal, que teníamos de dejar preparado, "listo para la cámara", todos los miércoles.
“O publicas todas las semanas”, me dijo el joven vendedor, “o tendré que dimitir”.
“La única forma de ganarme la vida”, añadió, “es si publicas todas las semanas, como hacen el resto de los periódicos”.
La semana siguiente transformamos AL DÍA en un periódico semanal, solo para probar. Por supuesto, no había vuelta atrás. Y no hemos parado desde entonces.
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