Cruz y Rubio son tan cubanos como Barack Obama es keniano
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Ocurrió la víspera de San Valentín, pero lo que flotaba en el aire de Carolina del Sur la noche del pasado debate presidencial republicano no era precisamente amor. En su lugar, aunque no había luna llena, fue como si los pacientes tomaran el manicomio y se lanzaran al ataque cuchillo en mano.
Ni siquiera los poderes sobrenaturales del santo patrón del amor fueron suficientes ante las nada presidenciales mentiras, insultos y golpes bajos que el lamentable grupo de aspirantes republicanos se lanzaran durante dos horas de costa a costa. Como era de esperarse, la audiencia los abucheó con gran entusiasmo.
A continuación un ejemplo de la falta de decencia que caracterizó la noche (mi traducción):
BUSH: Él (Trump) se ha atrevido a atacar a mi madre. Mira, me saqué la lotería cuando nací hace 63 años, abrí los ojos y vi a mi mamá. Mi mamá es la mujer más fuerte que conozco.
TRUMP: Ella debía postularse…
De mal gusto, pero cómico a su manera.
Lo que no tiene nada de cómico es que a Rafael Eduardo Cruz, alias “Ted” (Texas), y Marco Rubio (Florida), un gran contorsionista en cuestiones de inmigración, como cosa de rutina se les llame “senadores cubanos”, “hijos de Cuba”, o “dos tipos cubanos”, como Chris Matthews se refiriera a ellos despectivamente en su programa Hardball.
Calificar de cubanos a estos individuos es, por supuesto, un insulto a los que lo son de verdad. La realidad es que Cruz y Rubio son tan cubanos como Barack Obama es keniano.
Ambos políticos de ultraderecha nacieron en Norteamérica (Calgary, Canadá y Miami, Florida), ninguno ha pisado la tierra de sus padres o conoce gran cosa de la historia, la cultura o la lucha diaria de su pueblo hecha aún más dura por 55 años de embargo comercial. Increíblemente, ambos “cubanos” apoyan esta política anacrónica y fallida con una pasión digna de mejor causa.
Observar a estos dos hijos de inmigrantes cubanos pelearse por el título de peor enemigo de los latinos fue un espectáculo repugnante. En uno de los momentos más ridículos del debate –y hubo muchos—estos individuos, que obviamente se desprecian a sí mismos por ser hispanos, hasta parecían discutir acerca de cuál de los dos habla peor el español. Créanme, los dos lo hacen bastante mal.
Tanto Cruz como Rubio solo enarbolan sus raíces cubanas cuando les conviene políticamente. Como se ha reportado ampliamente, con gran imaginación ambos han inventado persecuciones y heroicidades de sus padres antes de abandonar Cuba. Definitivamente, sus credenciales distan mucho de ser las idóneas para aspirar no ya a la presidencia sino a cualquier cargo público. Eso sí, son perfectas para formar parte destacada de la demencial pandilla de republicanos que quieren apoderarse de la Casa Blanca.
Terrible…
Contacte a Albor Ruiz: aruiz2@aol.com
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