Construyendo un hogar interior: ¿cómo afrontar la soledad?
Muchas circunstancias en la vida nos pueden llevar a sentirnos solos, incluso estando rodeados de muchas personas.
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Muchas circunstancias en la vida nos pueden llevar a sentirnos solos, incluso estando rodeados de muchas personas. El tener personas alrededor no significa buena compañía. Por otro lado, quienes viven la experiencia migratoria, se pueden sentir mucho más solitarios, ya que no solo cruzan límites geográficos, sino también fronteras emocionales, al estar lejos de la familia.
La desconexión, sobre todo cuando se migra, se puede sentir abrumadora, pues no solo se trata de estar lejos de la familia y los amigos, sino también concurre un proceso que implica la adaptación a un nuevo entorno y cultura.
Esto puede llevar a vivir un duelo, puesto que se pierde la identidad originaria, el sentido de pertenencia y la pérdida del bienestar a nivel emocional. Por ello, nos hemos propuesto reflexionar sobre algunas prácticas para construir un hogar interior que aporte calidez, fortaleza, consuelo y conexión consigo mismo.
Reconocimiento de la soledad
El primer paso es reconocer que la soledad es una experiencia común de la existencia y muchos autores ya han hablado sobre ello. El poeta mexicano Octavio Paz afirmó que: “La soledad es lo más recóndito de la condición humana. El hombre es el único ser que busca otro”.
Este sentimiento se agudiza cuando se está lejos de la familia y los amigos, además, otro factor que puede acentuar el distanciamiento es la barrera idiomática y el no contar con una red de apoyo.
Pero, sentir soledad no equivale a ser débil, sino que es un sentimiento humano, completamente normal y que se puede construir un hogar interior.
Sin embargo, es necesario tener presente que la soledad se debe abordar, ya que la idea es evitar padecer depresión y hoy día, a nivel mundial, 280 millones de personas sufren de depresión, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
Esto lleva a la necesidad de darse permiso para sentir autocompasión, es decir, dejar de ser duros con nosotros mismos y admitir que la soledad puede surgir en cualquier ocasión de la vida. Para sanar, es necesario este reconocimiento y esta mirada compasiva hacia sí mismo.
Conectarse con la identidad
Si bien es cierto que la vida nos exige en diversas ocasiones adaptarnos a nuevos contextos, esto es más notorio en el caso de migrantes. Para superar este límite, se debe tratar de conectarse con las raíces culturales, por medio de la participación en actividades del país de origen.
Las conexiones significativas son otro de los pilares de un hogar interior acogedor. Esto se puede lograr conectando con comunidades locales o con otras personas que comparten valores e intereses, unirse a grupos de apoyo, e incluso establecer contacto con personas que atraviesan circunstancias parecidas. Los círculos de apoyo que se pueden encontrar, de forma responsable, por medio de Internet puede ser importantes.
Durante este viaje emocional, es fundamental no descuidar el cuidado personal. Se deben promover las actividades que fomenten la buena salud emocional y mental, tales como la meditación guiada, las actividades físicas o el poder extrapolar los sentimientos a través del aprendizaje de nuevas habilidades, como la pintura, la escritura o la música.
De ser necesario, se debe buscar apoyo profesional de terapeutas, trabajadores sociales, consejos o psicólogos. Pedir ayuda no es vergonzoso, al contrario, es una decisión valiente de alguien que se ama y se interesa por el cuidado de sí mismo.
Finalmente, el construir un hogar interior cálido es un proceso que comienza por el reconocimiento de los sentimientos, la autocompasión, el cultivar conexiones significativas y conectarse con las raíces de identidad. Este hogar interior puede llegar a estar plantado de hermosas flores y prosperar, por medio de todo lo que se tiene para ofrecer al mundo, sin importar en qué lugar geográfico nos encontremos.
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