Colombia: la mentira como plan de Gobierno
Cuatro años después, Colombia acaba de cerrar las puertas del laboratorio donde se ensayó un nuevo ignominioso modelo de gobierno.
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Cuatro años después, Colombia acaba de cerrar las puertas del laboratorio donde se ensayó un nuevo ignominioso modelo de gobierno. Es una manera de administrar el Estado desde la mentira como postulado fundamental, y un presidente puesto, precisamente, para hacer creer lo inverosímil, a cualquier precio.
Pero mentir durante tanto tiempo llevó a que quienes pudieron creer cualquier palabra del mentiroso, terminaran por comprobar que nunca dan tanto de eso tan bueno que Iván Duque reseñaba en todos los foros.
Enemigo declarado del proceso de paz firmado en 2016 por el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc, Duque se esforzó todo por hacerlo añicos, tal como se lo indicó su partido Centro Democrático (CD).
Todos los escenarios internacionales donde estuvo escucharon a Duque mentir sin recato: se declaraba defensor acérrimo de una paz que dejó centenares de líderes populares y exguerrilleros muertos, gestor de una economía naranja, que jamás maduró, y promotor de proyectos empresariales que solo se tradujeron en saqueo desalmado de los dineros del Estado.
Basta ver algunas cifras, para establecer la realidad.
Según cifras oficiales, durante este reinado de la mentira fueron devastadas 700,000 hectáreas de bosques irrecuperables, para destinarlas a fines como la ganadería intensiva y la minería ilegal.
Duque recibió un país en el que el dólar valía 2,900 pesos, y lo entrega en 4,300 pesos. Aun así, jamás dejó de pregonar que la economía colombiana jamás estuvo mejor. Ni siquiera cuando se estableció que la moneda más devaluada del mundo en 2022 fue el peso: 14,20 por ciento.
Nunca respondió preguntas sobre el destino de 715 billones de pesos (152.127.659.574 dólares, o sea 65,3% del PIB) de la deuda pública más alta en los 212 años de historia independiente. En cuatro años, la deuda creció más de 20,3 por ciento.
Muchos de esos miles de millones están en cuentas bancarias de organizaciones corruptas vinculadas a contratos públicos otorgados a dedo, sin concursos ni licitaciones.
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Varios de esos contratos supermillonarios tienen que ver con planes contemplados por el Acuerdo de Paz, para cuya ejecución insistieron
sectores sociales, ante la inercia del Gobierno. Esos contratos fueron otorgados sin control, a grupos de políticos afines al partido de Gobierno.
Mientras las arcas del Estado eran saqueadas, Duque enlazaba un viaje internacional con otros, en busca de quiénes quisieran oírlo mentir, acompañado por un séquito enorme de parientes suyos… y funcionarios.
Episodios aberrantes, como el del comandante del Ejército participando ferozmente en debates políticos con líderes de oposición, fueron permitidos por el presidente vestido con uniforme de las Fuerzas Armadas.
Duque influyó para la pasividad del organismo disciplinario que debía sancionar al militar. Él mismo, como funcionario, estaba impedido para participar en actividades de carácter partidista, pero no le importó, y además de apoyar al comandante, se lanzó contra la oposición, en defensa del partido CD, al final derrotado por la izquierda ampliada con sectores ofendidos por la manera de administrar el Estado.
Mentir y mentir dejó a Duque y al CD mostrando el cobre.
Sus candidatos fueron barridos en las urnas por oleadas de indios, negros, jóvenes y líderes populares, dispuestos a enterrar para siempre toda posibilidad de que el país continúa en manos de unas 14 familias, aglutinadas en torno de Álvaro Uribe, expresidente ultraderechista acusado de narcotráfico por el Gobierno de Estados Unidos, ideador de una política de escalafón militar basada en resultados, que dejó 6,402 crímenes de Estados, conocidos como falsos positivos.
Todos los asesinados fueron campesinos, muchachos pueblerinos inocentes, drogadictos, capturados por escuadrones de civiles enviados por militares, que los recibían, los vestían con prendas de guerrilleros y los fusilaban. Luego, informaban oficialmente sobre combates contra subversivos.
Mientras este año morían de hambre 39 niños indios de la comunidad wayúu, Duque se gastaba 46,000 millones de pesos para amplificar sus mentiras mediante propaganda en franjas de tv de mayor rating.
Toda esa gran mentira terminó. Ahora, un Gobierno de izquierda, sobre la que Duque y el CD siguen mintiendo, toma el timón de Colombia
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