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Fotografía cedida por prensa de Miraflores del vicepresidente venezolano, Tarek El Aissami (c), hablando durante un encuentro con acreedores nacionales de Europa, Estados Unidos y otras partes del mundo el lunes 13 de noviembre del 2017, en Caracas (Venezuela). EFE/Cortesía Prensa Miraflores
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Un país otrora considerado “la Arabia Saudita” de América, es hoy por hoy la meca del endeudamiento, la crisis humanitaria y el fracaso político.

Su gobierno acusa a Estados Unidos y/o a Colombia de sus desgracias, con los bolsillos repletos de dólares robados al pueblo durante casi dos décadas, pero el cerco se hace cada vez más justo, en especial cuando los engaños y los sobornos no alcanzan para convencer a los inversores.

Con una deuda externa de 150.000 millones de dólares y la destrucción casi absoluta de su maquinaria de producción, Venezuela ha incumplido con el pago de 200 millones de bonos globales, dando a entender que no podrá saldar sus créditos con sus acreedores.

Según explica el diario El Tiempo, Venezuela está en riesgo de no poder pagar los créditos de inversiones privadas. Las dos deudas principales a ser saldadas se vencieron los días viernes y lunes, y suman casi 300 millones de dólares en total.

En el próximo mes y medio, Venezuela deberá también pagar otros vencimientos de 1.470 millones de dólares, y durante el 2018 otras deudas que suman hasta 8.000, las cuales se dividen entre créditos con China y Rusia.

Considerando que sus reservas actuales son tan sólo de 9.681 millones, la pregunta que queda es ¿de dónde sacarán el dinero?

A principios del mes de noviembre, el gobierno de Nicolás Maduro anunció su plan de reestructurar su deuda con Rusia, que ha sido el único país dispuesto a “arrojar un salvavidas”, según indicó el diario El País. El acuerdo está pautado para firmarse el día martes y modificar los estatutos de la deuda, y se esperan nuevas condiciones por parte de Moscú, considerando especialmente que la deuda de Venezuela con Rusia posee aristas importantes en su relación petrolera.

Las agencias de calificación crediticia Fitch & Moody’s también declararon en suspensión de pagos a Petróleos de Venezuela (PDVSA), el único motor que queda vivo en la producción económica venezolana.

Durante el día lunes, y a través de su vicepresidente, Tareck El Aissami – integrante de la lista de personas sancionadas por el Departamento del Tesoro en Estados Unidos – el gobierno venezolano intentó negociar el pago de bonos, pero la asistencia de los acreedores fue mínima, y de ellos tan sólo algunos pocos accedieron a tener contacto directo el El Aissami o con el ministro de Finanzas, Simón Zerpa, pues “reunirse con ellos les incluiría automáticamente en la lista negra de Washington”, según continúa El País.

Ante la ausencia de un modelo de desarrollo, las caídas de los precios del petróleo y las múltiples sanciones por parte del gobierno estadounidense, el régimen chavista se ve cada vez más acorralado.