Cómo el país no estuvo preparado para un cambio estructural
El verdadero enemigo de la Campaña Warren fue la política de género.
Unas Primarias Demócratas que iniciaron con la parrilla de candidatos más diversa en la historia, han vuelto a reducirse a un posible nominado hombre y blanco, que parece representar más los intereses del sistema que el del electorado.
De todos los anuncios del fin de campaña, uno de los más sonados y sentidos a nivel nacional fue el de la Senadora de Massachusetts Elizabeth Warren, la candidata que no sólo logró llegar al final con la cabeza en alto, sino que llegó con un verdadero “plan para todo” bajo el brazo.
Es coherente que durante este Mes de la Mujer dediquemos unas páginas a la campaña de la candidata y lo que su retirada implica para nuestra comunidad.
No era de sorprender que, después del fracaso de la campaña Clinton en el 2016, y frente a un candidato abanderado de la misoginia como Donald Trump, las Primarias Demócratas se llenaran de mujeres convencidas de ser una opción razonable para el Partido Demócrata en las elecciones del 2020.
Para septiembre del 2018, Elizabeth Warren anunciaba sus intenciones de lanzarse a las primarias demócratas con el establecimiento de comité exploratorio; cinco meses después, su candidatura era un hecho.
Bajo la consigna de unificar al partido en planteamientos progresistas, Warren prometió una lucha “por un gran cambio estructural” en el país, que incluía invertir el esquema de poder y poner al pueblo primero.
“No bastará con deshacer los terribles actos de esta administración”, dijo al anunciar su candidatura. “No podemos permitirnos el lujo de jugar con los bordes, un crédito fiscal por aquí, una regulación por allá. Nuestra lucha es por un gran cambio estructural. Esta es la lucha de nuestras vidas. La lucha por construir una América donde los sueños sean posibles, una América que funcione para todos”.
Desde ese momento, los medios nacionales la catalogaron como “el objetivo favorito de los conservadores”, advirtiendo que su perfil podría ser más “divisivo” que realmente alentador para la bancada demócrata.
Tropiezos previos como el asunto con su ascendencia nativa americana, así como su agenda liberal, le hacían una candidata poco probable desde el principio. Pero aun así, ella persistió.
Una vez sumada a la carrera, y compitiendo con pesos pesados en ambos extremos del espectro político, como el Senador de Vermont Bernie Sanders o el ex vicepresidente Joe Biden, la campaña de Warren se hizo sólida gracias a su poder de atracción en comunidades jóvenes de color, y entre el grueso de personas educadas en el país.
Si bien posturas como las de Bernie Sanders –política de base, educación y salud gratuitas, por ejemplo– eran similares a las de Warren, parecía que un sólo factor le impedía romper la barrera: el hecho de ser mujer.
Para agosto del 2019, Warren se mantenía fuerte entre Sanders y Biden en las encuestas, destacando por su discurso sencillo, directo y estimulante, abogando por una agenda liberal y superando en creces a sus contrincantes en los debates nacionales.
Infraestructura, comercio, impuestos y la transformación de la economía hacia mecanismos de energía sostenible fueron parte de su plan coherente para solucionar la falta de trabajo, la disparidad económica y social y, al mismo tiempo, ayudar a luchar contra el cambio climático.
Sin embargo, los últimos meses de su campaña se vieron obstruidos por el agresivo fenómeno de la política de género en el país.
Después de las elecciones del Súper Martes, sus seguidores bajaban los brazos y anunciaban lo inevitable: Warren debía retirarse.
"Warren ha tenido un consistente desequilibrio de género cuando se trata de votantes masculinos y femeninos", escribió Ella Nilsen en su análisis para Vox. "Si bien suele tener un buen desempeño entre las mujeres (tanto en su estado natal como a nivel nacional), los hombres presentan un desafío mucho mayor. Eso también fue cierto en el Súper Martes".
No servía de nada entonces haber recaudado un récord de 100 millones de dólares en donaciones individuales, rechazar el dinero corporativo, tener –literalmente– un plan para todo y hacerse con los podios en cada uno de los debates, Warren seguía por debajo de las expectativas de un sistema que sigue creyendo que la única manera de vencer a Donald Trump es jugando su mismo juego.
“Su victoria no habría sido una victoria para las ‘mujeres’, sino una victoria que afirmara que una mujer podía triunfar sin ser nada más que su yo específico”, escribió Ana Marie Cox, presentadora del podcast “With Friends Like These”, en su columna para The Atlantic.
Para mediados del mes de marzo, el panorama de las Primarias Demócratas era aún más triste: Joe Biden avanzaba lo suficiente en cantidad de delegados como para anticipar que sería finalmente el nominado del partido.
Con una coalición de respaldo por parte de ex candidatos y de gran parte del sistema demócrata, el ex vicepresidente parece cada vez más cómodo en la delantera, dejando detrás a un Sanders agotado y a la mitad del país, de nuevo, sin representación.
Desde que el ex secretario de vivienda Julián Castro se arremangara la camisa y se pusiera detrás de la campaña Warren, las minorías del país –mujeres e hispanos, sobre todo– quedaban a la espera de que alguno de los candidatos progresistas finalmente llevara a término sus proyectos políticos para incluirnos a todos.
Mientras Sanders contaba con una Alexandria Ocasio-Cortéz en sus grandes mítines de campaña, y mientras Biden luchaba por dar respuestas a líderes de la comunidad Hispana durante las primarias, Warren publicaba un proyecto detallado para los Latinos en el país.
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“Desde rancheros texanos que pierden sus tierras en el suroeste hasta estudiantes castigados por hablar español en la escuela, pasando por los vertidos tóxicos en Puerto Rico, los Estados Unidos tienen una larga historia de injusticias sancionadas por el gobierno contra los latinos”, decía su proyecto. “Sin embargo, en cada momento de la historia de nuestra nación, los latinos, las latinas y los latinxs han estado a la vanguardia de la lucha por la justicia social, racial y económica, liderando con valentía y esperanza inquebrantable”.
Un plan de educación Pre-K12, un plan de alivio a la deuda de Puerto Rico, la remodelación del sistema de inmigración, poner fin al encarcelamiento masivo, justicia climática, y hasta cerrar la brecha salarial entre las Latinas y el resto del país, Warren, nuevamente, tenía un plan para todo.
Pero el país, y el sistema, parecen no estar listos para un verdadero cambio estructural.
Los resultados de votaciones clave como el Súper Martes demostraron que gran parte del voto Latino joven en el país se inclina a favor de propuestas progresistas como las del Senador Sanders, quien ganó estados como California con el 49% del apoyo de la comunidad Hispana.
Esta ha sido una tendencia mantenida desde los primeros estados de Iowa y Nevada, donde el senador de Vermont demostró tener un sólido apoyo en la comunidad Latina.
Según explicó Chuck Rocha a NBC, uno de los principales asesores de la campaña Sanders, el martes demostró “que si inviertes en la comunidad Latina, ellos se presentarán y votarán por ti en grandes números”.
Esto parece deberse a que la estrategia de la campaña ha sido enfocarse en los votantes que se registran sin preferencia de partido, quienes muy frecuentemente son también Latinos.
Por su parte, el ex vicepresidente Joe Biden ha contado con el apoyo de la comunidad Afroamericana en todo el país, pero no ha ofrecido un proyecto sólido para los Latinos.
Para Albert Morales, director político de Latino Decisions, “Biden tendrá que hacer un mejor trabajo” a la hora de atraer a los votantes hispanos, en especial si quiere hacerse con estados como Florida y con el voto de puertorriqueños en territorio continental.
“Este ciclo de elecciones primarias del 2020 será conocido para siempre como en el que el presunto nominado demócrata no necesitó de los votantes Latinos para impulsarlo a la nominación”, dijo Julio Ricardo Varela, activista por los derechos boricuas y fundador de Latino Rebels, “Pienso mucho en ello”.
“Biden montó el apoyo de los votantes negros, los votantes blancos de los suburbios y los votantes mayores. Los datos indican que no se ganó a los votantes latinos, especialmente a los más jóvenes, en las primarias. Al final, no los necesitó. Piensen en eso. En el 2020. Hay mucho que pensar”.
La triste paradoja es que, a diferencia del 2016, este año los Latinos están prestando mucha más atención a la política, según explicó el Pew Research Center, quien dijo en un reciente informe que: "Entre los votantes latinos registrados, casi nueve de cada diez demócratas y los de tendencia demócrata (87%) dicen que realmente importa quién gane la Casa Blanca".
Sin embargo, nuevamente, parece que nadie nos está prestando realmente atención.
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