El sexto viaje del Papa Francisco a América Latina, el continente que le vio nacer, no ha sido precisamente un camino de rosas.

Si su primera etapa en Chile estuvo marcada por la presión para que pidiera perdón por los casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes locales y para que definiera su posición ante las exigencias del pueblo manchú, en su segunda etapa, Perú, el Papa tuvo que enfrentarse con el virus de la corrupción.

“¿Qué le pasa a Perú que cuando uno deja de ser presidente lo meten preso?”, dijo el Pontífice en un encuentro informal con obispos peruanos en Lima durante el fin de semana. El Pontífice dio un repaso a los últimos presidentes: Humala está preso, Toledo está preso (fugado en EE.UU.), Fujimori estuvo preso hasta que hace poco recibió un indulto por parte del gobierno actual, lo que provocó la indignación de buena parte de la sociedad peruana.  

“Creo que la política está en crisis, muy en crisis en América Latina por corrupción”, dijo el Papa, de origen argentino.

Un día antes, Bergoglio visitó Trujillo, considerada la capital del narcotráfico, en la provincia de El Porvenir, al norte de Perú. El Porvenir es una de las zonas más afectadas por la violencia, la delincuencia de los sicariatos y la inseguridad, con cifra récord de homicidios (19,5 por cada 100,000 habitantes, según informó El País).

El Papa Francisco criticó la corrupción y la falta de liderazgo político como un “virus que lo infecta todo y tanto daño hace a los pueblos latinoamericanos”. En Perú concretamente, el presidente actual Pedro Pablo Kuczynski y el líder de la oposición, Keiko Fujimori (hijo de Fujimori) están siendo investigados por el escándalo Odebrecht.

 El baño de masas con el que fue recibido el Papa en Perú dista mucho de la recibida que obtuvo el Pontífice en Chile, una sociedad más rica y secularizada que la peruana (Además de indignada por los casos de pederastia cometidos por varios curas del país). El Papa acabó pidiendo perdón por los abusos cometidos contra niños en Chile, pero no se abstuvo de condenar directamente al obispo Juan Barros, sospechoso haber sido testigo de los abusos sexuales cometidos por un superior y haber ocultado las pruebas.

“El asunto de la pederastia se ha convertido en la gran prueba de Francisco, que puede arruinar una imagen internacional inmejorable”, reportó El País.