¿Quién quiere al Presidente?
Tras 200 días de mandato, el presidente Donald Trump parece no lograr poner las cifras a su favor.
Ganar las elecciones es tan sólo el principio de la labor presidencial. La evolución de las cifras de apoyo o rechazo reflejan la capacidad de un mandatario de balancear una agenda administrativa que cumpla con las promesas electorales y que logre comunicar a la ciudadanía el proceso de desarrollo de su programa.
En el caso de la administración Trump, las cifras están en su contra. Y es que la vida en la Casa Blanca no debe ser muy sencilla en este momento.
Una seguidilla de escándalos, la inestabilidad de su personal y su impulsividad a la hora de utilizar las redes sociales como canal de gobierno, han hecho del presidente Trump uno de los menos apreciados por su pueblo, de acuerdo a encuestas recientes.
Según el último análisis de Gallup, el índice de aprobación de Trump ha disminuido cuatro puntos en las últimas cuatro semanas, contando tan sólo con un apoyo del 37% de la población, 200 días después de haber sido juramentado.
Estas cifras le transforman en el presidente más impopular en la historia de Estados Unidos. Donald Trump tenía tan sólo el 40% de la aprobación al cumplir los primeros 100 días en el cargo y, según reportó Newsweek, durante el mismo período presidentes como el Barack Obama, por ejemplo, contaba con 64%; George Bush con 56%, Bill Clinton con 45%, George H.W. Bush con 63%, Ronald Reagan con 68%, Jimmy Carter con 64%, Gerald Ford con 42%, Richard Nixon con 62%, Lyndon Johnson con 75%, Kennedy con 75% y Eisenhower con 74%.
Esto no quiere decir que ningún presidente haya llegado a ratings tan bajos como por debajo del 40% - por ejemplo Obama llegó a contar con tan sólo 38% en algún momento de su presidencia – pero ninguno perdió aprobación tan velozmente como Trump.
Estos datos son corroborados con encuestas simultáneas como la realizada por CNN a través de la SSRS, donde el margen de porcentaje es bastante similar (38% vs. 56% en contra). Para CNN, esto se percibe como una escasa confianza en el presidente a la hora de esperar cambios tangibles.
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No es para menos. Desde sus primeros días en la oficina, el presidente se ha visto envuelto en un cerco de sospechas e investigaciones sobre una presunta coalición con Rusia para beneficiarle en los comicios presidenciales, lo que ha mancillado su rating de aprobación de una manera impresionante.
Tan sólo ocho días después de su investidura, el presidente contaba con 49% de la aprobación, es decir que más de la mitad de la sociedad estadounidense rechazaba su figura de mandatario.
Según el análisis del Telegraph, “la despedida de James Comey aceleró la disminución del rating de aprobación de Trump”, pues el hecho de que el presidente hubiese despedido al director del FBI por una investigación en su contra, obstruyendo así la justicia, fue la gota que derramó el vaso para que se iniciara el murmullo de un posible impeachment.
En efecto, sus logros han sido tan pocos y tan puntuales, que es muy difícil poner la balanza a su favor. La nominación y confirmación de Neil Gorsuch en la Corte Suprema, el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico, la reducción de la inmigración indocumentada en un 36% y su reacción al conflicto en Siria, son frecuentemente percibidos como sus logros memorables. Pero el veto migratorio a 6 países de mayoría musulmana, su Drain the Swamp o “drenar el pantano” en Washington, su incapacidad para conseguir un programa de salud que sustituya a Obamacare, la renuncia de Mike Flynn, no cumplir con su promesa del muro fronterizo, sus presupuestos descabellados, el caos en su equipo de trabajo, las agresivas medidas del ICE…
Según la encuesta de CNN, las reacciones coinciden con las tendencias políticas dentro del país. Por ejemplo, entre Republicanos, el apoyo a Trump ha decaído en 14 puntos desde el mes de febrero, manteniéndose por encima de la media, en un 59%. Por su parte, los Demócratas, han mantenido un constante 80% de rechazo al presidente.
Tomando en cuenta un margen de error de un 3% en las estimaciones, esto implica que más de la mitad del país está en desacuerdo con la gestión actual de la Casa Blanca; no queda sino preguntarnos, ¿Quién quiere al Presidente?
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