México, junto con Chile y Brasil, hace parte de los países de América Latina que han tomado las medidas menos severas para contener la pandemia de COVID–19. En los tres casos de ha debido a esfuerzos de los gobiernos por proteger la economía, temerosos del impacto que pueda tener una cuarentena nacional.

Durante semanas el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, desestimó la gravedad de la pandemia –asegurando cosas como que sus estampas de santos lo protegían del virus, recomendando a sus ciudadanos que se abrazaran y abrazando seguidores en mitines políticos–.

El 28 de marzo, finalmente, AMLO salió en una declaración de catorce minutos en redes sociales recomendando a los ciudadanos mexicanos permanecer en sus casas y salir solamente para lo que fuera absolutamente indispensable.

En esta declaración hizo conocer que los servidores públicos que podían realizar su trabajo de manera remota, o no eran indispensables de momento, ya habían sido enviados a sus casas e invitó al sector privado a hacer lo mismo.

También expuso la ya famosa gráfica que explica la necesidad de “aplanar la curva epidemiológica” para no desbordar el sistema de salud, como si acabara de verla por primera vez.

Sin embargo, por ningún lado mencionó las palabras “decreto” ni “cuarentena”, con lo cual la indicación de permanecer en casa no deja de ser una simple recomendación. Tampoco cerró fronteras, ni mencionó ningún mecanismo de contención a crisis económica y social que inevitablemente devendrá ora de los esfuerzos para contener la pandemia o del fracaso en hacerlo.

Entre tanto, el muy angustiado subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López–Gatell, ha insistido en lo indispensable y urgente que es que la población permanezca masivamente en casa.

“Esta es la última oportunidad que tenemos para contener la situación. Estamos ya en un periodo de un aumento exponencial y acelerado en el número de casos de COVID-19, pero todavía tenemos la oportunidad de frenarlo”, dijo el subsecretario, según reportó Animal Político.

En Ciudad de México, según reportó el mismo medio, solamente el 30% de la población ha seguido la indicación de permanecer en casa, pero ante la falta de una respuesta clara del gobierno, que proteja los derechos más básicos de la población, es comprensible que así sea.

Una y otra vez vemos el fenómeno repetirse en todos los países latinoamericanos: ante el hambre no hay cuarentena que valga.

En las calles de Ciudad de México los vendedores ambulantes y en puestos de toda clase siguen abriendo cada mañana, varios de ellos con letreros que dicen “Estimado cliente, le informamos que estaremos laborando hasta que nos mate el coronavirus”.