En la noche del 30 de marzo el gobierno federal de México llevó a cabo una conferencia de prensa en la que el Subsecretario de Salud, Hugo López–Gatell, hizo la presentación de las medias que el gobierno federal había tomado para contener la epidemia de COVID–19. Acto seguido, el canciller, Marcelo Ebrand, leyó el decreto presidencial declarando la emergencia sanitaria.

La emergencia sanitaria contempla siete medidas.

1. La suspensión inmediata, hasta el 30 de abril, de todas las actividades no esenciales.

Entre las actividades eximidas de la suspensión están todas las relacionadas con la prestación de servicios médicos, seguridad pública y justicia, actividades legislativas, actividades esenciales para la economía (como producción y distribución de alimentos y energía) y entrega de programas sociales del gobierno.

2. La prohibición de congregaciones de más de 50 personas.

Medida que, si bien ayuda a regular el número de interacciones que puedan tener las personas, sigue siendo bastante modesta en comparación con las medidas tomadas por otros países. Pero, sobre todo, implica un radical cambio de posición teniendo en cuenta que dos semanas antes las autoridades mexicanas permitieron la realización del festival Vive Latino, donde unas 40.000 personas quedaron expuestas al riesgo de contraer el virus.

3. La petición a toda la población en México de cumplir con el resguardo domiciliario corresponsable y limitar de forma voluntaria la movilidad, permaneciendo en casa el mayor tiempo posible.

El subsecretario de salud fue muy enfático en la necesidad de acatar esta medida, tanto como para repetir varias veces a los ciudadanos la oración “Quédate en casa”. Sin embargo, también quedó claro que no se trata de una cuarentena ni un toque de queda.

4. La indicación a todas las personas mayores de 60 años de permanecer en casa, indistintamente de cuál sea su actividad.

Esta medida aplica incluso para quienes se desempeñan en las actividades esenciales que el gobierno federal eximió de la suspensión.

5. Después del 30 de abril las secretarías de Salud, Trabajo y Economía emitirán las indicaciones de regreso escalonado a toda la población.

Esta medida tal vez sea una de las más acertadas que el gobierno federal ha contemplado en la declaración de emergencia. En la medida en que el contagio del virus entre la población es tan inevitable como la necesidad de reactivar la economía y demás aspectos de la sociedad, el regreso escalonado de la población a sus funciones puede contribuir a mitigar el impacto económico mientras se sigue teniendo un relativo control sobre la exposición de la población al contagio.

6. La postergación, hasta nuevo aviso, de todo tipo de censos y encuestas realizadas en persona.
7. La indicación de que todas las medidas se implementen apegándose a los derechos humanos.

Durante semanas, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, se ha expresado frente al COVID–19 con un discurso, aparentemente, mucho más humanitario que varios de sus homónimos del continente. Si bien es cierto que numerosos gobiernos de derecha a lo largo y ancho del globo están aprovechando la crisis económica y sanitaria para aumentar su ejercicio del poder, la laxitud en indicaciones como “limitar de forma voluntaria la movilidad” pueden dar lugar a toda clase de interpretaciones por parte de la población, así como transmitir una imagen de falta de control frente a la crisis.