Uno de los enfoques más comunes en el asunto de las brechas de género es que las mujeres todavía tienen demasiados obstáculos para igualar a los hombres en materia de educación y trabajo.

Sin embargo, una investigación de Financial Times muestra que algo ha venido pasando con las tendencias de estos temas en las últimas décadas.

De hecho, las cifras muestran que en una muestra de países desarrollados hoy las mujeres tienen mayor participación en la educación universitaria y en la fuerza laboral. Así ocurre en Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Corea, Noruega y España.

El dato es sorprendente: “en todo el mundo desarrollado, las chicas y las mujeres jóvenes llevan varias décadas aventajando a los chicos y a los hombres jóvenes en la educación, y una proporción mucho mayor de ellas accede a la universidad que sus homólogos masculinos”, señala el artículo del Financial Times.

Y al mirar la participación de mujeres y hombres entre 20 y 24 años de edad en el mercado laboral, hay varios casos en los que ellas son mayoría o que están muy cerca de superar a los hombres.

“Mucho menos apreciado que la creciente brecha en la educación terciaria es el hecho de que en varios países ricos las mujeres jóvenes tienen ahora más probabilidades de trabajar que los hombres jóvenes. El Reino Unido se unió a este grupo en 2020, y la ventaja de la tasa de empleo femenino entre los jóvenes de 20 a 24 años se ha ampliado desde entonces a tres puntos porcentuales. En EE.UU. aún no se ha producido el cruce, pero el déficit de la tasa de empleo de las mujeres jóvenes se ha reducido de casi 10 puntos porcentuales en 2006 a un solo punto el año pasado”, explica el artículo elaborado por John Burn-Murdoch.

Esto que parece ser una tendencia favorable, tiene su lado negativo: las cargas de la economía del cuidado del hogar siguen estando mayoritariamente en manos de las mujeres.

Así que ahora ellas no solo responden por buena parte de estas tareas, sino que además están trabajando y sacando estudios superiores.

Las brechas de género siguen siendo un problema, sin lugar a dudas. La necesidad de que el trabajo del cuidado del hogar sea reconocido como parte del ingreso de los hogares y que se busquen mecanismos para que los hombres participen más de ellos son parte de la solución.

De ninguna manera se puede concluir que el problema es que las mujeres trabajen y estudien más. El asunto sigue estando en el terreno de los hombres que deben encontrar la forma de compensar y ayudar para que las cargas sean más equitativas.

Aún así, es claro que las mujeres jóvenes están tomando ventajas en materia de mercado laboral y educación. Esa, por sí sola, es una gran noticia.