Nueva provocación con el sello Trump. 

El presidente de Estados Unidos planea este miércoles reconocer a Jerusalén como capital del estado Israel, una decisión que provocará protestas en los países musulmanes de Oriente Medio y que ya ha despertado las críticas de la Unión Europea.

En un claro giro proisraelí, Trump torpedea así años de esfuerzos diplomáticos de las administraciones estadounidenses anteriores por establecer la paz entre Israel y Palestina. Ambos estados se disputan Jerusalén como capital "santa" de sus países. Oficialmente, Tel Aviv es la capital de Israel y es en esta ciudad costera donde los países tienen sus embajadas. 

La decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel responde a "un reconocimiento de la realidad histórica del país", según el presidente Trump. Históricamente, Jerusalén fue la antigua capital de Israel. Desde la fundación del Israel moderno, en 1948, la ciudad sigue albergando la sede del gobierno. La mayoría de embajadas internacionales fueron trasládandose a Tel Aviv a partir de 1980, cuando Israel se anexionó la parte este de la ciudad. 

El traslado de la embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén tomará "al menos tres o cuatro años" en finalizarse, según funcionarios de la Casa Blanca citados por Efe. 

La decisión de EEUU de reconocer a Jerusalén como capital tiene la polémica garantizada.  Los cuatro principales líderes árabes de Oriente Medio - Palestina, Jordania, Egipto, Arabia Saudi -, ya han manifestado su preocupación ante una medida que rompe el consenso internacional vigente hasta hoy.  

También Europa ha manifestado su preocupación ante semejante medida, que podría desencadenar en protestas sociales en el mundo árabe. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, llamó el lunes a Trump por teléfono para recordarle que "la cuestión del estatus de Jerusalén deberá ser regulada en el marco de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, aspirando especialmente a la creación de dos Estados que vivan juntos en paz y en seguridad con Jerusalén como capital", según el comunicado, citado en el diario El Mundo.

   "Guardando silencio, al igual que hiciera con su retirada del pacto contra el cambio climático, ha permitido que la tensión escénica se elevase al máximo. El resultado ha sido que en Oriente Próximo y Europa se han multiplicado las presiones para que abandonase la idea, mientras él, con todos los focos apuntándole, se sentaba encima del barril de pólvora a meditar. Es su forma de hacer política", critica el diario español El País.