La política del reconteo
La secuela de las elecciones de mitad de período ha sido la división radical de la opinión nacional, evidenciada en contiendas que debieron llegar a recontar…
Una semana después de las elecciones de mitad de período, varios estados y varias contiendas se encuentran al límite de la disputa, con márgenes inferiores al 1% de diferencia.
Todos los medios nacionales han seguido de cerca las elecciones de gobernador en Georgia, y las de gobernador y senador en Florida, donde el riesgo de un cambio radical en la tendencia política nacional ha puesto al presidente y a sus opositores al borde del asiento.
Según reportó Vox, el gobernador de Florida Rick Scott (R) supera al senador titular Bill Nelson (D) en un 0,14 por ciento en el primer conteo de las papeletas. Por su parte, el representante Ron DeSantis (R), quien fuera declarado ganador en la carrera de gobernadores de Florida, está por delante del alcalde de Tallahassee, Andrew Gillum (D), con tan sólo un 0,4 por ciento en el primer conteo.
Asimismo, el secretario de Estado de Georgia, Brian Kemp (R), está por delante de la ex líder de la minoría estatal de la Cámara de Representantes, Stacey Abrams (D), con el 2 por ciento de los votos.
Sin embargo, la situación en cada uno de los estados es distinta. El análisis de Vox apunta a que Brian Kemp lleva la ventaja en Georgia por ser el encargado en la administración de las elecciones, y The Atlantic destacó la trayectoria de Kemp en intentar “purgar” los votos en el estado.
Por otra parte, en Florida los Republicanos denuncian un presunto “fraude” por parte de los Demócratas, y se han unido al discurso presidencial que alimenta teorías conspirativas, según explicó el New York Times.
Mientras lo que realmente se discute es el ejercicio de la voluntad del pueblo a través del voto, la política estadounidense ha vuelto a monopolizar el discurso y ha profundizado la polarización entre azules y rojos.
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De nada ha servido que jueces federales exijan a los partidos a “bajar el tono de la retórica” al denunciar “actividades ilegales” en el reconteo, como sucedió en Florida; los demócratas insisten en pelear con uñas y dientes los escaños restantes, mientras los republicanos utilizan toda la munición disponible para menoscabar la democracia y la confianza del pueblo en los procesos electorales.
Y esto es tan sólo un coletazo histórico de lo que vivió el país hace 18 años gracias al reconteo electoral en Florida durante las elecciones presidenciales.
Nuevamente, son los distritos de Palm Beach y Broward los que están en el centro de la disputa, entre fuego cruzado de demandas legales y la evidencia del caos político en el país.
“Florida refleja perfectamente el conflicto que surge del cambio económico y social en los Estados Unidos”, dijo Keith Fitzgerald, profesor de ciencias políticas en la New College of Florida, a USA Today. “Simplemente resulta matemáticamente equilibrado. Así que nuestras elecciones son dramáticas. Son partidistas y son realmente competitivas”.
Fitzgerald va más allá y predice que “el potencial de que esto se repita (en el 2020) es alto”.
Esta vez, y con el agravante de la diversidad demócrata en las papeletas, el escenario es más complicado.
En ambos estados compiten candidatos demócratas afroamericanos por primera vez en abierta oposición al formato masculino y blanco preponderante en la política republicana, y sentencias como la del juez Leigh Martin May en Georgia (donde aseguró que el Acta de los Derechos Civiles había sido violada), tan sólo demuestran que en los Estados Unidos de hoy la segregación y el racismo siguen siendo herramientas importantes a la hora de hacer política.
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