De Thatcher a May, cuando el aislacionismo vuelve a quebrar un gobierno
Los paralelismos entre las dos mujeres que han llevado el timón del Reino Unido son testimonios de que la historia está condenada a repetirse.
“Donde haya discordia, traigamos armonía;
Donde haya error, traigamos la verdad;
Donde haya duda, traigamos Fe,
y donde haya desesperación, traigamos esperanza.”
Esas fueron las palabras de la Primera Ministra de Inglaterra en Mayo de 1979, cuando llegaba a Downing Street para hacerse cargo del país. Luego de once años y medio, Thatcher tuvo que dimitir cuando su Partido Conservador le dio la espalda, sin haber encontrado la armonía que buscaba.
Hoy, en una repeticion de la historia, la segunda mujer en ser Primer Ministra de Inglaterra, Teresa May, anuncio su renuncia, con sollozos y un fracaso al cuello: el no haber podido unir al pueblo britanico detrás del Brexit.
Llamada la “Dama de Hierro”, Margaret Thatcher se transformó en la primera mujer electa al cargo, y fue considerada como la mujer más poderosa en el mundo durante gran parte de los años ochenta.
Sin embargo, para 1989 – y tras haber liderado al país a través de eventos críticos como el Apartheid en Suráfrica y la Guerra de las Malvinas en Argentina – el apoyo del Partido Conservador y la aprobación de su gestión en general eran preocupantemente bajas.
El Partido Laborista subía en las encuestas, y para 1990 la reticencia de Thatcher a unir el Reino Unido al Mecanismo de Tipos de Cambio europeo, terminó por hundir su gobierno.
Casi tres décadas después, otra mujer en el cargo se despide de Downing Street, por razones no muy distintas.
Theresa May, Primera Ministra del Reino Unido desde julio del 2016, anunció este viernes que renunciaba al cargo, después del fracaso de sus negociaciones para abandonar la Unión Europea.
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“En 2016, les dimos a los británicos una opción. Contra todas las predicciones, el pueblo británico votó a favor de abandonar la Unión Europea”, dijo May en su discurso de renuncia. “Hoy me siento tan segura como me sentía hace tres años de que, en una democracia, al darle una opción a las personas tenemos el deber de implementar lo que deciden.”
“Será deber de mi sucesor buscar un camino que honre el resultado del referéndum”, agregó. “Para tener éxito, él o ella tendrá que encontrar el consenso que yo no logré en el parlamento. Ese consenso sólo puede alcanzarse si quienes están en todos los lados del debate están dispuestos a comprometerse.”
Tras romper en llanto, May dio la vuelta e ingresó al domicilio de gobierno rápidamente, en un gesto opuesto al que su predecesora, La Dama de Hierro, hizo en su oportunidad.
Después de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, el separatismo y el nacionalismo siguen siendo la manzana de la discordia en la Comunidad Europea.
Los discursos de extrema derecha – como el de Marine Le Pen en Francia, Santiago Abascal en España o Geert Wilders en Holanda – aún fracasan (a duras penas) en los comicios electorales, advirtiendo un posible cambio radical que emule el fenómeno Trump en los meses por venir.
La próxima visita del presidente estadounidense a Inglaterra, y su respectiva reunión con May en los próximos días, será tan sólo un símbolo de todo esto.
Quizás, la renuncia de Theresa May sea una corriente de aire fresco, después de todo.
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